Pinturas de Cuenca en el Museo del Prado
Cuenca
Durante este año se está celebrando el Bicentenario del Museo del Prado, que tuvo su día más señalado el pasado 19 de noviembre, fecha en la que se cumplieron los 200 años de una de las pinacotecas más importantes del mundo. Cuenca no ha sido ajena a esta celebración y uno de los artistas más representativos de El Prado, Zurbarán, tuvo presencia en el Museo de Arte Abstracto Español con una de sus obras, “San Francisco en oración”, que fue expuesta en la Sala Negra, frente al cuadro “Homenaje a Zurbarán” de Gustavo Torner, del 22 de enero al 17 de febrero, con evidente éxito de visitantes. Fue la única obra del Museo del Prado en un museo de Castilla-La Mancha.
Al hilo de este 200 cumpleaños museístico, José Vicente Ávila nos propone tratar hoy en Páginas de mi Desván sobre “Pinturas de Cuenca en el Bicentenario Museo del Prado”, de manera especial las más representativas de Aureliano de Beruete, y otras obras que forman parte de la Colección, entre ellas las de San Julián, así como la presencia del pintor conquense Martínez del Mazo y la relación con Cuenca de directores como Beruete (hijo) o el actual director, Miguel Falomir, valenciano de nacimiento, que ha declarado recientemente que se siente “sentimentalmente conquense-veneciano”.
Cuenca en el Museo del Prado - Páginas de mi desván
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-Parece que las pinturas paisajísticas de Cuenca, de Aureliano de Beruete, vienen a representar esa presencia de nuestra ciudad en el Museo del Prado.
-Existen varios cuadros sobre temas de Cuenca o personajes conquenses, que forman parte de los ochomiles de fondos del Museo del Prado, pero las que brillan con luz propia son dos obras de Beruete, en una de las salas del Arte Contemporáneo que comparte el pintor madrileño con Sorolla, que además fueron amigos, pues retratos de Beruete padre e hijo los hizo el pintor valenciano de la luz del Mediterráneo. No era muy conocido en los ambientes culturales de la Cuenca de los últimos veinte años que estuviesen expuestas en El Prado esas dos vistas de la Hoz del Huécar, la primera “Huertas de Cuenca”, que Beruete pintó desde una de las curvas de la carretera de Palomera, detrás del Convento-Parador de San Pablo, y la segunda “Cuenca desde el patio del Cuarterón”, colorista conjunto de la Hoz, realizado por Aureliano de Beruete posiblemente desde el lugar que conocemos como patio de la limosna. La primera vez que vi ambos cuadros en el Museo del Prado, en una visita en 2011, quedé impresionado, pues desconocía que estuvieran expuestos en una de las pinacotecas más importantes y visitadas del mundo.
-¿Cómo fue esa reacción al descubrir que entre tantos cuadros de autores famosos apareciesen esos óleos de la Hoz del Huécar?
-Visitábamos el Museo un nutrido grupo de amigos de Cuenca, que se asombraron igualmente ante las dos obras de Aureliano de Beruete. Estaba cerca de la Sala Negra de Goya y observé en la distancia un cuadro que me llamaba la atención porque se parecía a Cuenca. ¡No puede ser!, dije para mis adentros, pero cuando me acerqué me llevé una tremenda alegría. ¡Cuenca en el Museo del Prado en dos cuadros! En las plaquitas doradas se podía leer el nombre de Aureliano de Beruete y la fecha de 1910. El nombre me era familiar porque hacía dos meses y medio que había publicado un reportaje sobre una Exposición de Cuenca en el Ateneo de Madrid en 1921, que fue portada de “ABC”, en la que había dos cuadros de Beruete y además, el director del Museo del Prado, entre 1918 y 1922, se llamaba igual: Aureliano de Beruete y Moret. En suma, que el padre era el pintor que había estado en Cuenca en 1910, realizando una decena de pinturas con su caballete, y el hijo, director del Prado, había sido uno de los organizadores de esa presencia artística de Cuenca en Madrid.
-¿Se puede intuir que los cuadros de Beruete que están en el Prado se expusieron en el Ateneo de Madrid en 1921, en esa Exposición sobre Cuenca?
-Beruete estuvo pintando en Cuenca en ese año 2010, con 65 años de edad, quizá acompañado de Sorolla, y en verdad que en los días que estuvo en nuestra ciudad le cundió bastante y pintó tanto en la Hoz del Huécar como en la del Júcar, como se puede ver en sus cuadros titulados “Júcar”,“Vista de Cuenca”, “Orilla del Júcar” y “Rivera de San Juan”, que son las dos obras que aparecen en la referencia de la Exposición de Cuenca en el Ateneo. El pintor Beruete murió con 67 años, en enero de 1912, año y medio después de haber dejado el paisaje de Cuenca en sus lienzos al óleo. Su hijo, que se llamaba y apellidaba como él, y era crítico de arte, fue nombrado director del Museo del Prado, en 1918 y fue quien celebró el Centenario; estuvo al frente del Centro de Arte hasta 1922, año en el que falleció con 46 años de edad. Tras su repentina muerte, doña María Teresa Moret donó al Museo Nacional de Arte Moderno ese año parte de la obra de Beruete, entre ellos los dos cuadros de Cuenca, que posteriormente pasarían a El Prado una vez que en 1971 dejó de existir ese Museo.
-¿Qué pasó con el resto de obras que Aureliano de Beruete pintó sobre Cuenca…?
-La titulada “Vista de Cuenca” fue donada por la familia al Museo de Bellas Artes de Cádiz; “La vista de Cuenca desde la Hoz del Júcar” pasó a una colección particular y otro de los óleos de paisaje conquense tuvo como destino el Museo de San Telmo de San Sebastián. Todos ellos se colgaron en importantes exposiciones en Madrid, la última de ellas en el Centro Conde Duque, en 1991, donde “La Cuenca clara de Beruete” fue la estrella de la Exposición con tres cuadros, según resaltaba Florencio Martínez Ruiz en el Cultural del Día de Cuenca, citando que el cuadro “Orilla del Júcar” se presentaba fuera de catálogo, siendo subastado en el Ritz por 18 millones de pesetas. Citaba Florencio que Azorín había escrito que cuatro o cinco cuadros de Beruete, entre ellos alguno de Cuenca, había alcanzado el máximo grado en pintura.
-Existen otros cuadros o dibujos sobre Cuenca que forman parte de la Colección de El Prado…
-Destaca también el dibujo a lápiz sobre papel marrón titulado “Cuenca: El Puente”, de Genaro Pérez Villaamil y Duguet, datado en 1849 en el que resalta sobre la Hoz del Huécar, vista desde San Pablo, el airoso puente de piedra y todo el impresionante conjunto de la Catedral con su hermosa torre del Giraldo sobresaliendo entre la torre del Ángel, la capilla del Espíritu Santo y las rocas que festonean la Hoz, que parecen espectros. Otro cuadro al óleo de colores más suaves, titulado "Cuenca”, realizado entre 1945 y 1950, por Welss Moses Sawyer, que perteneció a varios museos por donación de la esposa del pintor, nos presenta a las lavanderas del Huécar en la Puerta de Valencia, con el curso del río hacia la calle de los Tintes. Una preciosa pintura en la que destacan los chopos y el caserío del inicio de la Hoz huertana.
-Además de cuadros tampoco faltan fotografías de Cuenca catalogadas en la gran pinacoteca madrileña…
-En este caso se trata de cuatro fotos en gelatina sobre papel fotográfico, de A. y R. Más, del primer tercio del siglo XX, realizadas en el interior de la Catedral de Cuenca, como son la reja de la Capilla de los Caballeros con su hermoso medallón de la Anunciación, que estos días ilumina el Sol ante la cercanía del Adviento; la reja del Coro, el Díptico Bizantino y el Arco de Jamete, en este caso del segundo tercio del pasado siglo. Según la referencia museística fueron donadas en 2003 por Enriqueta Harris Franfort y sus sobrinos José Antonio Buces Aguado y Paloma Renard.
-El Museo Bicentenario también recibe, a través de algunas pinturas, las bendiciones de San Julián, Patrón de Cuenca…
-Podíamos decir que hay una hagiografía de San Julián, en este caso a través de la pintura, pues son varios los cuadros depositados en El Prado sobre el santo burgalés y segundo obispo de Cuenca, además de Patrón tras su santificación. Existen distintas pinturas en “loor” a San Julián, pero en nuestro caso destacamos el que lleva por título “San Julián, obispo de Cuenca”, que según la referencia de la pinacoteca madrileña es de la segunda mitad del siglo XVII, realizado en material clarión con lápiz negro sobre papel agrisado, que está atribuido al madrileño Escalante. La reseña del cuadro dice:
“En el dibujo se representa al obispo sentado de frente, junto a una mesa donde descansan la mitra y el báculo episcopales, trenzando un canasto de juncos. Al fondo, a la izquierda, el paisaje de la ciudad de Cuenca con la hoz y el puente y la milagrosa aparición de la Virgen al santo”.
Se añade que viene a ser una copia del conocido cuadro de San Julián, de Eugenio Cajés, que se conserva en la Colección Stirling-Maxwell Glasgow.
-En Cuenca, tanto en la Catedral como en el Museo tenemos varios cuadros de San Julián, e incluso apareció un lienzo que estaba tapado por otro cuadro…
-Efectivamente en la Catedral de Cuenca existe otro cuadro similar al de Eugenio Cajés, y al dibujo de Escalante, que el profesor Pedro Miguel Ibáñez atribuye al pintor García Salmerón, en este caso ampliando la pintura con un San Julián al fondo rodeado de pobres que piden limosna. De este cuadro se hicieron postales y estampas en 1998 en el VIII Centenario de la venida de San Julián a Cuenca. No podemos olvidar, por otro lado, que hace dos años Patrimonio Nacional entregó al Museo de Cuenca, a través de la Junta, el óleo “Tránsito de San Julián”, atribuido al napolitano Giuseppe Simonelli, y que este año en la fiesta de San Julián, se dio la noticia de la aparición de un cuadro renacentista, que estaba oculto tras un lienzo del siglo XVIII en la capilla del arcipreste Barba. Se trata de una tabla datada en 1567 en la que aparece San Julián vestido de pontifical, que se está restaurando.
Volviendo al Museo del Prado, tampoco podemos dejar de citar el cuadro de El Greco titulado “Julián Romero y su santo patrono”. Julián Romero, otro ilustre personaje conquense, ganador de la batalla de San Quintín, entre otras hazañas, tiene calle o ronda en la Cuenca Alta, y desde hace un par de años una escultura en Huélamo, su pueblo serrano de nacimiento.
-No faltan en El Prado pintores conquenses, como por ejemplo Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez…
-Entre 2013 y 2014 la famosa pinacoteca dedicó una exposición a Velázquez y Martínez del Mazo, con el título “Velázquez y la familia de Felipe IV”. Juan Bautista era natural de Beteta y destacó como pintor barroco y discípulo de su suegro Velázquez, que tanto aprendió con él que a veces era difícil distinguir las copias de los originales. La familia de Martínez del Mazo vivió en una amplia casa de la calle Julián Romero, que fue Colegio de San José y desde hace 65 años Posada de San José. Hay quienes viendo el cuadro de las Meninas de Velázquez, y otro de Juan Bautista, piensan si se había pintado en esa casa-posada, que rezuma aire velazqueño. No se puede olvidar que en 1642 estuvo en Cuenca durante un mes el rey Felipe IV, visitando también Molinos de Papel y asistiendo a la procesión del Corpus. Entre la comitiva estaba Velázquez, pintor real, ya que el monarca pasó de Cuenca a Aragón. Incluso se llegó a polemizar si el cuadro de Velázquez de “San Antonio Abad y San Pablo ermitaño” no tiene cierto parecido en su paisaje con la Cueva de la Zarza y todo el conjunto de la Hoz, aunque el sevillano lo pintó en 1634.
-Decíamos al comienzo que con ocasión del Bicentenario, el Prado mandó a Cuenca un cuadro de Zurbarán en la llamada Exposición “De gira por España”…
-Fue todo un acontecimiento tanto para Cuenca, como para el Museo de Arte Abstracto, que el Prado eligiese nuestra ciudad para exponer a Zurbarán en el Museo de las Casas Colgadas y en la Sala Negra. Además coincidió con el final de la Exposición de Bill Viola en varios edificios de la ciudad, entre ellos el Museo de Arte Abstracto. Recuerdo el último día de la Exposición de Zurbarán, con Viola en otras salas, en el que no cabía un alfiler en todo el espacio museístico de las Casas Colgadas. Como antesala de la presencia del cuadro “San Francisco en oración” de Zurbarán la Fundación Juan March recalcaba en nota de prensa:
“La presencia de un artista del siglo XVII como Zurbarán en un museo de arte abstracto es una ocasión inmejorable para constatar la atracción que el Museo del Prado ha ejercido en el arte del siglo XX: la repercusión e influencia en el arte actual de algunos de sus artistas más representativos –el Greco, Zurbarán, Murillo, Goya o Velázquez– ha sido notable y notoria.
Y, a la inversa, las huellas de movimientos como el simbolismo, el cubismo, el surrealismo o el expresionismo se pueden rastrear en las obras consideradas hoy como clásicas. La mayoría de los artistas de la colección del Museo de Arte Abstracto Español han manifestado su profunda admiración por el Museo del Prado.
Todos ellos, tal y como reflejan en sus escritos, apuntan hacia artistas y obras que formarían parte de su museo imaginario. Algunos como Antonio Saura, Manuel Millares, Soledad Sevilla o Gustavo Torner han reiterado esa admiración a través de sus conversaciones y de los títulos que han dado a sus obras; en otros casos la relación es más discreta”.
Para concluir, Luisja, te puedo comentar, ya como dato anecdótico, que cuando vino a Cuenca el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, a la inauguración de Zurbarán, pensé si podía ser hijo de Miguel Falomir Sorio, un fiscal que vino a ejercer a Cuenca y estuvo varios años en nuestra ciudad, hasta su traslado a otro destino, concluyendo su labor en Valencia como fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Días pasados, en una entrevista a la conocida revista XL Semanal, Miguel Falomir Faus, director del Museo del Prado, declaraba:
“Soy valenciano de nacimiento, pero sentimentalmente “conquense-veneciano”. En Cuenca pasé mi niñez porque mi padre estaba destinado allí. En Cuenca y Venecia es donde he sido más feliz en mi vida”.
Curiosamente, Miguel Falomir nació en Valencia en 1966, el año de inauguración del Museo Español de Arte Abstracto, y su padre fue nombrado teniente fiscal de la Audiencia en 1972, de ahí que el director del Prado recuerde sus años de niño y escolar en Cuenca, donde su padre le llevaba a visitar Museos. Falomir ha cumplido ese sentimiento conquense con Zurbarán en el Museo de las Casas Colgadas ampliando así su felicidad conquense.