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La Columna de Rafa Gallego

Todas tus maldiciones

La Columna de Rafa Gallego - Todas tus maldiciones (13/12/2019)

La Columna de Rafa Gallego - Todas tus maldiciones (13/12/2019)

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León

Una música de Navidad que bailotea en el frío condena en trazos exactos a los futbolistas. Quería hoy hablar contigo del ADEMAR para celebrar esa primera vuelta de lujo, que nunca hacemos hueco al deporte en este rato nuestro de los viernes y el deporte es una parte enorme de la vida. Lo que pasa es que la noticia de la sentencia de los futbolistas de la Arandina me coloca en el pliegue oculto de las cosas y, aunque quería yo un viernes más festivo, no puedo pasar sin comentarlo. Ya sé que no es el deporte, que de lo que se trata es de esa impunidad fingida de los astros mediáticos o de quienes se sienten por encima de los otros porque son jóvenes, porque son populares, porque son personas atractivas. O sencillamente porque se sienten intocables: acuérdate, por poner ejemplos lejanos, de Tyson, que fue condenado por violación o de aquel jugador de fútbol americano que acuchilló a su exmujer y a su pareja.

Hay una música de Navidad que trae diciembre para lijar la aspereza de los malos sentimientos y conseguir texturas suaves, de pastel y azúcar glas. Una música demente con todas tus maldiciones, las que culpan de todo a la prensa o las que acompañan tu dolor inhumano. Una perspectiva de vida truncada. Vidas truncadas. Todas las maldiciones en un juego que termina en el abuso a miles de millas de distancia de cualquier deporte. Miles de millas. Pienso en todo el dolor que cabe en esta historia y me enveneno de daño y de miseria y me enfrento a las maldiciones todas que pesan sobre mi conciencia, que me caen una tras otra, como los goles de David, las genialidades de Mario, los golpes en el cuerpo de mis paisanos Juanjo y Marchante. Algunos sábados hemos visto desayunar a los chicos del ADEMAR como tantos muchachos normales que se toman un café a media mañana, sin tener que maldecir a nadie ni ser objeto de maldición alguna, sin el brillo glorioso de tres o cuatro mil personas aplaudiendo. Gente normal que se hace una foto con cualquiera. A pulgadas de cualquiera. Sin distancia.

He estado viendo la secuencia del sueño de Gregory Peck en aquella película de Hitchcock en la que Ingrid Bergman daba besos a todos en un escenario surrealista creado por Dalí, una suerte de casino imposible con un dueño sin rostro y cartas blancas para jugar al Black Jack. La misma Bergman de Rick´s y Casablanca, de la misma década, creo. Cuando Gregory Peck le pide disculpas por haber soñado que la besaba, ella le contesta: “ese es un sueño de deseo corriente”. ¿Un sueño corriente de deseo o un sueño en el que se sueña un deseo corriente? Uno no sabe qué es peor: si soñar lo que todos sueñan o desear lo que desean todos. Una música blanda de Navidad empaqueta sueños y deseos con lazos púrpura, lo engulle todo y se traga todas tus maldiciones. Es diciembre y es momento de sueños y deseos. Cuida de tus maldiciones.

 
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