San Vicente de la Cabeza se queda sin farmacia

La imparable pérdida de habitantes sigue condicionando el futuro de los pequeños pueblos de la provincia que progresivamente, además de quedarse sin gente, van perdiendo servicios esenciales. Es el caso del municipio alistano de San Vicente de la Cabeza donde a finales de este mes se cierra definitivamente la oficina de farmacia.

Es la situación a la que se ha visto abocado, por falta de rentabilidad y perspectivas de futuro, el farmacéutico José Manuel Catalina, uno de esos profesionales sanitarios que, como en tantas ocasiones se ha recalcado, son los más cercanos a los vecinos del medio rural y que, como todos los habitantes de San Vicente de la Cabeza, está viviendo con pesar el cierre. Una situación, la del futuro de la farmacia rural, que según José Manuel Catalina, obliga a un replanteamiento del sistema.

Catalina ve como una posible solución la creación de los denominados botiquines farmacéuticos, establecimientos sanitarios autorizados con carácter excepcional y que dependen de una oficina de farmacia, en los que se presta asistencia farmacéutica a un conjunto de población determinado donde no exista oficina de farmacia.

Lo preocupante, cree, es que este puede ser el futuro de la farmacia rural en tantos pequeños pueblos de la provincia en los que, además, se está viviendo y trabajando con la dificultad añadida del deficiente servicio telefónico y de internet.

Han sido doce años al frente de la farmacia, en los que el problema demográfico se ha ido agravando al punto, dice, de que actualmente las cartillas en el municipio son aproximadamente la mitad de las que había cuando llego al pueblo. Así las cosas y aun cuando ha costado mucho tomar la decisión, tiene claro que aún tiene una carrera profesional por delante que, aunque no lo hubiera deseado, tendrá que seguir desarrollando lejos del pueblo, porque, dice, lo primero es su familia y su medio de vida.

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