En busca del rayo caído

Córdoba

Un estruendo ha despertado a media ciudad de Córdoba en plena madrugada. En mitad de la tormenta, una especie de explosión prolongada durante varios segundos ha interrumpido el sueño de los vecinos. Se achaca a la caída de un rayo que ha tocado tierra, según la aplicación Lightingmaps, junto al canal del Guadalmellato, en un punto casi equidistante entre el barrio de las Palmeras y las naves ilegales de Arenal 2000 en la antigua Colecor.

Encontrar la huella que ha dejado el golpe del relámpago se hace improbable, siempre y cuando uno sepa que “la marca que deja un rayo es de unos dos o tres centímetros” según el catedrático de Física Atómica de la UCO, Antonio Sarsa. Pero, claro, si uno no sabe ese detalle puede acabar persiguiendo con constancia, bajo la lluvia, el reto de encontrar alguna prueba palpable de este fenómeno que ha funcionado como improvisado despertador para la ciudad. Y no vale como prueba palpable un vídeo fake que circula por las redes, ese lugar donde la realidad se nos presenta fácil y asequible, tan fácil como capturar con un móvil rápidamente, casi sin esfuerzo, algo tan volátil como un relámpago, justo ese relámpago que todos habíamos imaginado en la cama.

“Me lo pasaron por Whatsapp y lo subí a twitter, no sé quién lo ha grabado”.

Eso reconocía José Antonio a la SER. El vídeo, que en realidad es de enero, tiene ya 25.000 reproducciones. Esta mañana, la radio ha recorrido la senda del Canal del Guadalmellato, sin el éxito deseado. O no, según se mire.

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“Aquí vive el guarda, que sí lo ha escuchado, y yo vivo en la zona del Chimeneón y también me ha despertado”, atestigua Pepe Zapata, presidente de la Asociación Andaluza de Doma de Campo, y quien nos guía por la Escuela Deportiva Ecuestre La Albaida, el punto habitado más cercano al lugar donde dicha aplicación ubica la zona cero. Alrededor de esta instalación que conjuga picadero, pista de doma y oficinas, hay tierras de cultivo, caserones con caballos, galgos y la más evidente muestra de la definición de la periferia; neumáticos abandonados, caja de coca cola decorando escampados, matojos y carriles semianegados.

"Un petardo, una bomba, una bombona"

Es solo un rayo, claro, y un trueno, que “es lo que se ha oído”, insiste el científico Antonio Sarsa en Hoy por Hoy Córdoba, porque el rayo no suena, aunque el sonido producido por el mismo recuerda a los oyentes más a “un petardo, una bomba o la explosión de una bombona”, según dicen en llamadas a Hoy por Hoy Córdoba. Junto a la oficina de Pepe, un numeroso grupo de caballos escuchan Los 40 a través de un altavoz atado con cuerdas que recibe a la intemperie la lluvia y el frío. “Así están tranquilos”, nos cuenta Pepe, al tiempo que elogia el trabajo formativo que desde hace 11 años desarrollan en la escuela, donde “mayoritariamente mujeres” aprenden a montar. Además, dan clases de equitación a niños y sesiones de equinoterapia. “Yo creía que había caído más cerca”, dice Pepi por teléfono desde la Avenida de Granada, después de que Sarsa nos hable de la temperatura del rayo, que está entre los 15.000 y los 30.000 grados, multiplicando por tres o por seis la del sol.

"Me sorprendió la iluminación"

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Hoy el sol no ha salido, pero a José, el oyente que a las cinco y media conducía por la Ronda camino de la fábrica donde trabaja, se le ha iluminado el cielo. Ha sido el único que ha contado que lo ha visto, más allá de los que desde la cama pensaron a las siete que ya lo tenían todo hecho después de ver el vídeo fake en las redes.

Buscar el lugar donde cayó ese rayo a las cinco y media de la mañana, sin más testigos que los detalles que ofrece una aplicación se hace complicado. Más aún si sigue lloviendo intensamente y las botas se calan tanto como los pantalones, que reciben esa bendita agua que cae de lado. Porque uno piensa que aquel golpetazo ha de dejar una marca en la tierra del tamaño del mar de la tranquilidad, o al menos de uno de los cráteres lunares, que vemos desde aquí abajo; pero no, porque el terreno sobre el que ha caído no es el Bulevar, donde la marca habría sido evidente. Allí, en esa periferia que también es Córdoba, las cosas se confunden: lo rural con lo urbano y lo industrial, lo sembrado con lo abandonado, la vegetación con los rastrojos, y el canal, como una cremallera sin cerrar atravesando Córdoba de lado a lado.