El bosque mágico de robles y encinas centenarias de El Cubillo, en Cuenca
En la dehesa de las Cañaillas y el Espinar se conservan especies de estos árboles de gran tamaño en un espacio natural de gran belleza
Cuenca
En el espacio Nos vamos de excursión que coordina Fernando Carreras de EcoExperience, y que emitimos los viernes en Hoy por Hoy Cuenca, vamos esta vez a uno de los parajes más mágicos de la provincia, muy cerca de uno de los pueblos más pequeños, el bosque de encinas y robles de El Cubillo, pedanía de Alcalá de la Vega con poco más de una decena de habitantes.
El bosque mágico de robles y encinas centenarias de El Cubillo, en Cuenca
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Para llegar a El Cubillo, salimos de Cuenca dirección Carboneras de Guadazaón, seguimos la carretera, pasamos Pajaroncillo, y en el cruce hacia Cañete, tomamos dirección Boniches y de ahí a Alcalá de la Vega y el siguiente pueblo será El Cubillo.
Podemos dejar el coche en el pueblo y desde aquí dirigirnos a pie hasta el bosque. Salimos de El Cubillo por la carretera que va hacia Salvacañete y vamos paralelos a la misma por una senda. Por este recorrido veremos una cantera de caolín y, en la parte alta de la montaña, un gran número de aerogeneradores eólicos.
El Cubillo, en Alcalá de la Vega (Cuenca). / Fernando Carreras (EcoExperience.es)
Seguimos la senda y a unos dos kilómetros del pueblo veremos hacia la parte alta de la montaña, una zona vallada con el punto limpio y al lado una antigua tinada de pastores. En este punto empezaremos a ver a ambos lados del camino un gran número de robles (quejigos) y encinas, de gran porte y tamaño. Este paraje se conoce como la dehesa de las Cañaillas y el Espinar. Está a los lados del río Cabriel que pasa por este espacio creando preciosos valles cubiertos de todo tipo de vegetación.
Se dice que muchas de estas encinas y robles son centenarias e incluso milenarias y cuando las observamos de cerca, en el terreno, no nos cabe la menor duda. Llaman la atención por su altura, pero sobre todo por el diámetro del tronco de algunas de ellas.
Se puede decir que este es uno de los bosques mágicos de la provincia de Cuenca. / Fernando Carreras (EcoExperience.es)
La diferencia entre encinas y robles, pese a ser de la misma familia, es que la encina tiene hoja perenne y la veremos todo el año con su color verde oscuro, mientras que el quejigo tiene hojas marcescentes, es decir, es caduca, pero no la tira obligatoriamente, si no que en función de las condiciones, puede mantenerse muerta y seca de color marrón en el árbol, hasta el mes de marzo, llegada la primavera que saldrá la nueva hoja, siempre de un verde más claro y algo menos dura y espinosa que la de la encina.
El tronco de ambas especies es rugoso y negruzco, utilizado de siempre en la zona para obtener madera para leña y cabrón para alimentar las fundiciones de Jaime de Casteblanque en Salvacañete. El fruto de ambos arboles es la bellota, aunque en el caso de las encinas es dulce y la de roble amarga, presentando este último además las famosas agallas en sus ramas.
Roble centenario en la dehesa de las Cañaillas y el Espinar. / Fernando Carreras (EcoExperience.es)
Sin duda se puede decir que este es uno de los bosques mágicos de la provincia de Cuenca en el que descubriremos cómo se detiene el tiempo al pasear entre estos majestuosos ejemplares.
Desde este punto podemos aprovechar para pasear y conocer más la dehesa ya que es muy extensa. Desde aquí volvemos al pueblo de El Cubillo por la misma senda, haciendo el total unos siete kilómetros aproximadamente entre la ida y la vuelta.
Este paraje se encuentra en la Serranía Baja de Cuenca. / Fernando Carreras (EcoExperience.es)
