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Cencerrada navideña en Pardilla

La localidad ribereña realiza este domingo y el próximo martes una peculiar tradición que se recuperó hace años

Imagen de archivo de la cencerrada / Imagen facilitada

Imagen de archivo de la cencerrada

Aranda de Duero

Llega la Navidad y es momento de celebrar. No solo de disfrutar de la familia, de cada momento entrañable que nos brinda esta época tan mágica del año, sino también de ser fiel a las tradiciones que nos acompañan. Eso es precisamente lo que van a llevar a cabo en Pardilla, donde celebrarán un año más su tradicional cencerrada.

Esta tradición, que se recuperó hace varios años, se realizaba también en otras localidades pero ya no lo llevan a cabo. Los pastores se atan en la cintura los cencerros de las ovejas, y recorren en pueblo moviéndolos. La idea es finalizar el recorrido en la iglesia, donde se adora al niño Jesús y se cantan villancicos. Siempre se celebra varios días antes de Nochebuena, y en Pardilla tendrá lugar tanto este domingo como el próximo martes, desde las 19.00 horas.

El Romance de la loba parda

Junto a este acto, también se lleva a cabo el canto del Romance de la loba parda, que cuenta la historia de un pastor que tiene una conversación con una loba, cuyas intenciones son evidentes: comerse a sus ovejas. Un romance que se suma a los villancicos de estas fechas, y que gusta cantar con tan hilada letra.

Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada,
las estrellas altas iban, y la luna rebajada.
Mal barruntan las ovejas, no paran en la majada;
vide venir siete lobos por una oscura cañada,
venían echando a suertes a ver a quién le tocaba.
Le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda
que tenía los colmillos como puntas de navaja.
- ¿Dónde vas loba maldita? ¿Dónde vas loba malvada?
- Voy por la mejor borrega que tengas en la majada.
Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada
y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca.
- Aquí mis siete cachorros; arriba, perra guardiana,
que si me matáis la loba, la cena tenéis doblada,
y si no me la matáis, cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba, las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron por vegas y por montañas.
Al subir un alto cerro, por una sierra muy agria
le dan unos pechugones que en vilo la levantaban

 
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