'2020'

Algeciras

Empieza este 2020 en medio de la incertidumbre. Todo hace pensar que este martes nos dejará como regalo de reyes la elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Han sido necesarias dos elecciones y muchas renuncias para llegar a este punto, aunque más bien cabe hablar de puntos suspensivos, puesto que aún existen muchas incógnitas por despejar.

Me preocupa el nulo papel de Andalucía en este proceso, un papel inversamente proporcional al que están jugando Cataluña, País Vasco, Galicia, Canarias y Valencia a través de sus representantes electos en el Congreso. También tienen voz en este embrollo Cantabria, con 600.000 habitantes, y la provincia de Teruel, con 130.000. Paradójicamente, todos ellos son más determinantes que 8 millones y medio de andaluces.

Y en este contexto, el Campo de Gibraltar, no tiene quien le defienda. Tenemos retos como el Brexit, las obras de la Algeciras-Bobadilla, las conexiones del Puerto y la ampliación del Plan Especial de Seguridad, pero todos estos asuntos, obviamente, han quedado aparcados estos días en los que se debate el futuro de España.

Nuestro problema no son los argumentos, que poseemos de sobra, ni la solidez de eso que llaman el “relato político”. Nuestro problema es nuestra incapacidad para tener representación, en contraste con otros territorios que sí se han abierto espacio para ser escuchados.

Muchos recordamos estos días al Partido Andalucista, extinguido, principalmente, por la ceguera de sus dirigentes y las piedras que le pusieron en el camino.

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Por todo eso, hoy, nos pita en los oídos este silencio.