Cuando ya nadie nos escucha
Firma de opinión de Sebastían de la Obra."Cuando nadie nos escucha".
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Córdoba
Nuestra ciudad pudo haber albergado uno o varios patios de Monopodio. Cervantes, sin embargo, eligió a Sevilla como centro de su novela "Rinconete y Cortadillo". Este relato pone al descubierto la decrepitud de un sistema el que convive el dolor con la codicia, la trampa con la ambición, el ocultamiento con la soledad, el sufrimiento con la apariencia. En el patio de Monopodio se fraguan todas las estrategias de supervivencia y corrupción, produciendo un hedor moral que solo lo salva el aroma fresco de una maceta de albahaca.
Nuestras sociedades se parecen , a veces, a esos pájaros pinzones, a los que se les arrancaban los ojos para seguir cantando. Simulaban estar vivos porque seguían cantando. Y cantaban hubiera viento de levante o viento de poniente (como nosotros). Su ceguera los convertía en indiferentes ante lo que sucedía. Cervantes que conocía bien el tiempo que le toco vivir, sabía escuchar (a diferencia de Quevedo, más atento a la burla y la venganza). Escuchar es, en cierta manera, un olvido de uno mismo para prestar atención al otro. Ahora, si queremos que alguien nos escuche, nos atienda, nos entienda y nos ampare, tenemos que acudir a un abogado. A un advocatus. Literalmente "ad auxilium vocatus, el llamado para auxiliar.