El BlaBlaCar que a todos nos iguala
El uso del BlaBlacar
Algeciras
Hace ya algunos meses nos sorprendió la noticia de un político que dimitía por usar la aplicación de BlaBlacar para sacarse unos cuartos y rentabilizar aquello por lo que ya cobra del erario público, es decir, los viajes desde su lugar de residencia hasta el Parlamento andaluz.
El BlaBlaCar que a todos iguala
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Como suele suceder en estos casos, al poco tiempo pillaron a otro diputado con las manos llenas de dedos que usaba la misma plataforma para, quiero pensar, hacer gala de sus ideas políticas mientras transportaba por tierras de nuestra Andalucía a sus compañeros efímeros de viaje y colaboradores necesarios en el abono de la gasolina y cafés varios del trayecto.
Lo curioso es que ambos militaban en partidos políticos tan distintos que solo incluirlos aunque sea en un texto como éste ya hace que salten chispas de todos los colores y reine el "ytúmasismo" tan en boga en la actualidad.
Y bueno, algo así tan pequeñito que resulta casi anecdótico puede parecernos escasa razón para un verbo tan difícil de conjugar en español como es "dimitir" pero no deja de ser un pequeño desliz para un pequeño gasto para un servidor público. Algo innecesario vistos sus privilegios.
Y tan innecesario el desliz como este tipo de políticos, creo yo.
Pero luego me paré a pensar y se me ocurrió que a ver si esto no era un ejercicio del tipo de:
– "tú has matado a tus padres"
– "pues tú tienes una multa de tráfico"
En éstas caí en algo que me corroe las entendederas sin que acabe de encontrarle justificación no ya lógica, sino nivel jardín de infancia. ¿Alguien puede explicarme la razón de que los Diputados y Senadores, sean del pelaje que sean, cobren al mes más de 1800 euros si viven fuera de Madrid por el peregrino concepto de "alojamiento"? ¿Y, sobre todo, que si tienen una, dos o dieciocho viviendas en Madrid también lo cobren?
Es decir que a unos pringaíllos (en el sentido más cariñoso del término) los crujen por los céntimos de la gasolina y a estos otros los elevamos a los altares por la eficiencia de su economía doméstica que les ha llevado a casi poder comprar para su patrimonio familiar el Palacio del Buen Retiro. Eso sí, a ese proceso de ahorro como hormiguitas, todos los españolitos que no estamos ahí hemos colaborado regalándoles esos 1800 euritos mensuales, y como si ellos hubieran decidido que son 10.000, los demás a pagar.
Y si vemos el resto de privilegios de quienes son elevados a estos cielos (tipo viajes en primera, taxis, dietas, telefonías varias y jubilación), nos tenemos que dar cuenta de que algo no cuadra en nuestro sistema. Que si todas sus señorías, cuestionan los salarios mínimos, las rentas básicas, los subsidios por desempleo, las cuantías y edades para la jubilación con los que se pretende construir en cumplimiento de la Constitución una sociedad mejor, algo muy grosero está distorsionándolo todo.
Y quien lo distorsiona no es quien tiene que recurrir a todas las trampas del mundo para llegar a fin de mes ni quien se paga de su bolsillo viajes, casa y comida.
Y que sí, que somos unos pringaillos nosotros tambien aunque no nos hayan pillado con el carrito del helado.