No me esperaba dos bochornos consecutivos del Valencia

Jaume Domenech tras encajar uno de los cuatro goles del Mallorca / Getty Images

Valencia
Me resulta de todo punto incomprensible la metamorfosis para mal que ha experimentado el Valencia en los dos últimos partidos. No sé explicar el porqué. Veníamos de una seguidilla de partidos en los que la imagen del equipo se había ido solidificando y, por lo tanto, no es lógico el desastre tanto táctico como de actitud que ha sufrido el Valencia de los dos últimos envites, ante el Real Madrid en las semifinales de la Supercopa y ante el Mallorca en el último partido de Liga.
Evidentemente, cuando hay una debacle táctica es responsabilidad del entrenador, y cuando hay una carencia de actitud alarmante es culpa de los jugadores. En lo primero me hallo sorprendido muy negativamente. Yo estaba creyendo en Celades. Me parecía que lo estaba haciendo francamente bien. Creo que había sabido aprovechar la inercia positiva del anterior inquilino del banquillo, cogiendo la parte buena de éste, que era bastante, y matizándola con ciertos toques propios que lo complementaban.
Por eso, no entiendo qué ha pasado y tampoco le encuentro una explicación lógica. De hecho, hicimos una encuesta justo la semana pasada cumplidos cuatro meses de la llegada de Celades al club, y pedíamos a la gente que le pusiera una nota, con cuatro opciones: suspenso, aprobado, notable y sobresaliente. Ganó de forma contundente el notable. Incluso todos los miembros de nuestra redacción coincidíamos con esa valoración. Pero es evidente que, si metemos en el saco los dos últimos partidos (el primero ya se había jugado en el momento de la encuesta), la nota de mucha gente habrá cambiado si hiciéramos la encuesta ahora, después del esperpento de Son Moix.
Pero los jugadores tampoco se pueden ir de rositas. De hecho, que uno de los capitanes entone el “mea culpa” lo deja bastante claro. José Luis Gayà nada más terminar el partido lo dijo así de claro: “pido perdón a la gente porque hemos sido un equipo sin ganas ni actitud”. Poco más que añadir. Si los propios jugadores reconocen que no le han puesto el ingrediente que se presupone indispensable en cualquier partido de fútbol, apaga y vámonos. Las opciones de victoria se reducen al cero.
Yo ahora mismo le tengo un miedo tremendo al partido del miércoles contra el Logroñés. Sí, es un equipo que juega dos categorías por debajo, pero es el líder de su grupo; así que muy malos no deben ser. Y esto no es lo de “que viene el lobo”… Es que el lobo ya está aquí y se ha empezado a comer a las ovejas. O lo paramos ya o esto se puede complicar muy mucho de aquí en adelante.

Carlos Martínez Reyero
Redactor de Deportes en Radio Valencia y director de "Off the Record"




