Espido Freire nos acerca a Pedro Casariego Córdoba, poeta y pintor de finales del siglo XX
El artista madrileño, hermano del escritor y guionista Martín Casariego y del también escritor Nicolás Casariego, escribió seis libros de poemas en sus 37 años de vida
Las últimas páginas de Espido Freire | Pedro Casariego
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Madrid
Pe Cas Cor, Pedro Casariego Córdoba, poeta, pintor, es una de las voces que flotan por Madrid. Es esta una ciudad que favorece muchas algarabías y pocas notas, pero algunas de las voces únicas lograr elevarse y perduran. La imagino cerca del Círculo de Bellas Artes, con su diosa guardiana, en cascada peldaño a peldaño de las escaleras donde, poco después de su muerte, sus amigos se reunieron para recordarle. Yo no le conocí; su hermano Martín Casariego, escritor también, cuenta de él que Poca gente del mundo literario y menos del artístico le conoció personalmente; por lo tanto puedo imaginarlo a mi antojo, sin que el peso de la realidad me estorbe. La imaginación, es, para cada uno, más verdad, que lo cierto.
Lo supongo más allí, cerca del cielo de la Gran Vía, que en Aravaca, en las proximidades del tren bajo el que acabó su vida. Tenía solo 37 años, había nacido en 1955, el mismo día de julio que yo. Dicen que se vestía casi siempre de azul, que era retraído, alto, delgado, que huía del sol; no lo sé. En lo que puedo leer, en lo que él nos permitió leer encuentro una originalidad perturbadora, y un afán de depurar todo, palabras, emociones, huesos, hasta que quede solo lo que no existe. Un misticismo desprovisto del espectáculo que a menudo acompaña al misticismo.
Yo tuve un hijo raro, anuncia su padre en el prólogo de la magnífica edición de sus Poemas Encadenados, que se compiló en 2003, a los diez años tras su muerte, y a la que regreso, de vez en cuando, cuando me desazona la ciudad, o la gente de esta ciudad, o la poesía que leo ahora y que no entiendo, ni me gusta, ni respeto, quizás porque me haya hecho mayor de alma y de miedos. Pero con los versos de Pedro Casariego regresa todo: la mirada de la infancia sobre los poemas y la confianza en quienes me rodean, la luminosa ronquera de Madrid y, sobre ello, alguien que decía que
Sólo debéis reclamar aquello que ya tenéis, pues jamás ha sido vuestro. ¡No exijáis estrellas! ¡Exigid vuestra piel y vuestros ojos, la flor que no habéis pisado, el pájaro que todavía vuela! (…) ¿Qué edad teníais al nacer?
Al fin y al cabo, qué sería de nosotros sin los hijos raros, sin los hermanos raros, sin el raro retorcimiento que el poeta exige del lenguaje.
A Pedro Casariego Córdoba se le asocia con la Movida Madrileña, algo que, siendo cronológicamente exacto, quizás sea literariamente injusto. No sé si le gustaría ser descrito, ni escudriñado. A Jacobo Siruela, durante una entrevista en 1985, le reveló: Hoy ha sido un día realmente terrible para mí. La perspectiva de tener que hacer esta entrevista ha estado hiriéndome (...) Me he hecho múltiples entrevistas, mientras estaba en el cuarto de baño afeitándome, mientras bajaba andando al bar de los obreros en Aravaca, mientras sentía en mi cara el beso del aire acondicionado en una cafetería (...) frases que se han ido desmoronando poco a poco…
Pueden leerle también, cada día un nuevo verso, en la cuenta de Twitter @PeCasCorOficial, donde, desde donde sea que escriben los poetas, continúa vivo y leído. El amor no debe tocar nunca el suelo para que no se lo lleven las hormigas. Es extraño ese diálogo con el otro lado, con el otro mundo. Para quien vive en versos no hay nunca una última página.
Espido Freire