Sociedad

"El frontón"

Jesús del Río repasa este enclave arandino donde se han escrito muchas historias de nuestra vida

CON ACENTO ARANDINO 31/01/2020

CON ACENTO ARANDINO 31/01/2020

Aranda de Duero

Buen día. Si hay unos arandinos felices, a pesar de estar metidos en obras -o por ello-, son los vecinos de Virgen del Carmen. Después de muchos años de reivindicarlo, el ayuntamiento está reurbanizando tanto la calle como su entorno, lo cual -esperan- acabará con el polvo y el barro que les ha venido perjudicando tanto a sus casas como a sus vidas. Y todo ello está ocurriendo a un paso; en la parte trasera de un lugar -ahora muy céntrico- llamado ‘El Frontón’, en el cual hoy quiero poner el acento; por un lado, para recuerdo de quienes, peinando canas ahora, lo vivimos en su día; pero también para las siguientes generaciones, que puedan estar interesados en conocerlo.

Retrocedemos hasta el pasado siglo XX, y nos ponemos en la antigua Nacional 1, cuando todo el tráfico Madrid-Burgos (norte a sur y viceversa) de vehículos atravesaba nuestra Villa. En los años 1900 y pico, la travesía de esa carretera -en dirección Burgos, y al poco de pasar el puente sobre el Bañuelos- era un lugar de huertas y escasos edificios. En uno de esos terrenos (hoy Calle San Francisco nº 39) la familia Alcalá montó un surtidor de gasolina, iniciándose a principios de los 40 (aunque hay quien lo anticipa a 1934) un negocio -que era el embrión de lo que sería después una Estación de Servicio- atendido por empleados como Víctor Valpuesta, Pedro Catalina o Ruperto Sanz -entre otros-, algunos de los cuales incluso vivían en la caseta del surtidor, en el que han convivido y participado -propiedad y trabajadores- hasta tres generaciones La Gasolinera del Frontón fue -y sigue siendo- una antigua empresa floreciente y muy arandina que se ha ido transformando con los tiempos.

Pues, seguido de ella, Magín Arauzo construyó un complejo de restauración, deporte y ocio, EL FRONTÓN, que fue un referente para todas las clases sociales de nuestra Villa. Al lado de la actual Estación, al borde de la carretera pero un poco en alto, hizo un bar-restaurante con barra, mesas, cocina y servicios, y un amplio salón para banquetes, donde se dieron muchas fiestas familiares, especialmente bodas (la mía en agosto de 1967, por ejemplo). Se puso de moda, aunque coexistía -dando comidas- con el Hotel Ibarra (Jardines), y Hotel Ulloa (Sta. María), además del Albergue de Turismo. Allá por 1950, empezó a funcionar, atendiéndolo –con éxito popular- Jesús Samaniego, que era del oficio y venía de Peñafiel (Bar Rosita), con su mujer Teo Ojosnegros, y sus hijos Lucía y Jesús, quienes lo regentaron hasta 1970 en que -habiendo comprado un terreno en el término del Montermoso (norte de Aranda), levantaron el hotel del mismo nombre (con 15 habitaciones, restaurante, cafetería y un gran aparcamiento junto a la N1), y allí se trasladaron.

Volviendo atrás, desde los 50 y a continuación del bar-restaurante (independiente de él y también en alto), Magín Arauzo y sus hijos Escola y Eusebio -y hasta la esquina de la Ctra. de La Aguilera, ahora San Antón-, gestionaron el llamado popularmente también ‘El Frontón: un gran recinto ajardinado en el que había un frontón para pelota a mano (con gradas para el público), en el que se practicaba ese deporte y se daban exhibiciones y partidos de pelotaris; pero que -alternativamente- se transformaba en una gran pista de baile (más o menos iluminada -según la zona- a gusto de las parejas), con un templete al lado para las orquestas (unas locales, con músicos de las Bandas; otras de fuera, y hasta con animadoras-cantantes), instalaciones que se usaban -sobre todo- en el buen tiempo. Porque -en el resto del año- se usaba el salón del edificio anexo, con una gran barra, templete para orquestas y amplio espacio para el baile; en el que (salvo las parejas consolidadas) los chicos -a un lado- iban ‘a sacar’ -al otro lado- a las chicas a bailar (con éxito, o sin él); salvo por Sta. Águeda, en que se cambiaban los papeles. En Aranda había mucha afición al baile, con antecedentes en Sociedades tan conocidas como La Tertulia (que perdura), La Filarmónica o el Casino Artístico (desaparecidas), pero haciéndose más popular y libre; sin encorsetar y para casi todos los bolsillos (la entrada con consumición a 5 pesetas, por ejemplo)

En este espacio para el recreo (cubierto), se dieron -además del baile- otros usos: de cine (en el verano afuera, en los jardines); para combates de boxeo en tiempos de Víctor Castilla (Torito Arandino), El Pichón, Santiago... banquetes; reuniones grandes, etc., hasta pasados los 70, cuando ‘la moda’ derivó a la gente a las Discotecas que se iban a abrir paso, iniciándose unas nuevas costumbres en la juventud. En los años de la década de 1980, y cerradas las citadas instalaciones, se empezaron a construir bloques de viviendas en ese lugar; varios portales, hasta la rotonda del Doctor Costales, como perduran en la actualidad.

(La Familia Arauzo también regentaba otro local, El Palas, sito en el centro, en la Pza. del Trigo, piso alto del Teatro Principal, con entrada por la calle Montas, en donde -además del bar- se daban bailes -de vermut, tardes, noches…-, y que -con el tiempo- se transformó en salón de juegos, billares, futbolines, etc.)

Pero, antes estaba hablando de El Frontón en las décadas de los años de oro: 50, 60 y 70, principalmente; y remato con algunos flecos importantes. A partir de 1960 -y durante una decena de ediciones- Aranda fue protagonista de las sesiones musicales del Festival de la Canción del Duero (alternándose internacionalmente con Oporto, Hispano-Portugués), nacido de la iniciativa del alcalde Luis Mateos Martín, con amplia proyección mediática a través de la emisora comercial de RNE, Radio Peninsular. Pues, paralelamente a las audiciones de las canciones, de autores e intérpretes, en la Plaza de Toros, en El Frontón se celebraron actos sociales en homenaje a los participantes, a la Reina y las Damas, desfile de modelos, bailes de etiqueta, juegos poéticos, etc. También es muy recordado el homenaje popular al alcalde Mateos, por haber conseguido –tras la implantación del Polígono Industrial y el disgusto del Polo que se fue a Burgos capital-, la venida a Aranda de Michelín; fábrica de neumáticos en la que iba a haber trabajo para unas 3.000 personas, según el Ministro de Industria (López Bravo), que lo dio a conocer el 30 de enero de1967. Por este motivo, y después de un pleno extraordinario en el que se acordó otorgar a Luis Mateos la Medalla de oro de la Villa y el título de Hijo Adoptivo, pocos días después -febrero de 1967, según lo contaron los medios- unas 600 personas asistieron allí a una comida-homenaje, en su honor.

En El Frontón, y durante estas décadas del siglo pasado, se escribieron muchas historias de la vida de los arandinos y de Aranda. Las hemos recordado y revivido a través de la Radio…

 
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