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El Sporting pierde el comodín del público y se asoma al abismo

El Mirandés acaba con la buena racha del equipo gijonés en casa y deja a los de Djukic en situación crítica

Los jugadores del Mirandés celebran uno de sus goles ante la desesperación de los futbolistas del Sporting / LaLiga.com

Los jugadores del Mirandés celebran uno de sus goles ante la desesperación de los futbolistas del Sporting

Gijón

Es tan grave y tan triste la situación del Sporting que El Molinón ya prácticamente ni siente ni padece. El silencio sepulcral con el que acabó el partido empatado con el Mirandés, solo roto por la celebración de la afición visitante con un equipo que sí le da alegrías en Copa del Rey y que tiene la temporada prácticamente hecha, fue revelador. El público del Sporting, los más de 18.000 sufridores que acudieron al partido, apoyaron mientras quedó un hilo de esperanza de sumar la victoria, que era obligatoria, pero se fueron resignados a la mediocridad y al sufrimiento, con un equipo al borde del abismo y que ya ni siquiera ve la luz en El Molinón. Hasta ahora, el Sporting jugaba con una baza: sobrevivía gracias al comodín del público, a las victorias (aunque fueran pírricas) en casa, pero cuando eso se tambalea, el equipo se queda en situación extremadamente crítica.

Nadie le puede negar el esfuerzo y la voluntad a los jugadores del Sporting, pero pesan más las carencias de la plantilla, incluso en casa. Este domingo tuvo más la pelota y combinó mejor que en partidos anteriores, aunque para ello contó con la connivencia de un rival al que no le importaba que el balón lo tuvieran los rojiblancos. El Sporting se aproximó más al área, pero es desesperante en ataque. Ni con Djurdjevic, ni con Álvaro Vázquez ni, como este domingo, con Pablo Pérez y Aitor García. Sorprendente alineación, no tanto por los deméritos acumulados por los delanteros supuestamente estrella del equipo sino porque cuatro horas antes del partido se había anunciado la baja de Pablo Pérez por gripe. Sin embargo, el gijonés se recuperó y quiso jugar. Djukic lo ha visto: quizás vale más Pablo Pérez renqueante que la mejor versión de Djurdjevic y Álvaro. El asturiano no marcó, pero tampoco empeoró el rendimiento de los otros.

El Sporting fue capaz de perforar dos veces la portería del Mirandés, pero de ambos goles fue cómplice el portero visitante, que en el primero dejó el balón muerto en el área y en el segundo vio cómo la pelota le pasaba entre las piernas. Si a eso se suman las carencias defensivas del Sporting, marcadas en este partido por el desatino de Bogdan, resulta imposible ganar.

Celebración del gol de Carmona

Celebración del gol de Carmona / LaLiga.com

Celebración del gol de Carmona

Celebración del gol de Carmona / LaLiga.com

Y eso que el encuentro se puso de cara muy pronto para el Sporting. Un regalo del portero Limones, al que se le escurrió un centro lateral, lo aprovechó Carmona para marcar el primer tanto a los seis minutos de partido. El balear, foco principal de las críticas de El Molinón, le pegó con el alma y lo celebró con rabia y algún gesto reivindicativo. La tarde prometía pero no cumplió casi nada de lo prometido.

Reacción rápida del rival

La alegría dura muy poco en la casa del pobre. Fue una especie de justicia divina: si Limones le había regalado el gol al Sporting, los rojiblancos le sirvieron en bandeja el empate al Mirandés solo cinco minutos después. Bogdan le puso una zancadilla en el área al brasileño Marcos André y este, desde el punto de penalti, engañó a Diego Mariño y logró el empate. Los rojiblancos apenas protestaron una pena máxima que pareció muy evidente.

El Sporting mantuvo la dinámica que impera desde la llegada de Djukic: más aproximaciones al área rival, pero sin ocasiones. Esto último no varió por cambiar de caras en el ataque. En una de esas llegadas pidieron los rojiblancos penalti sobre Manu García, derribado por Sergio González. Al árbitro le dijeron desde la sala VOR que el espectáculo debía continuar. La ocasión más clara del Sporting antes del descanso fue un ensayo de Cristian Salvador desde la lateral del área grande, tras recibir de Babin un balón colgado por Manu García; el balón se perdió por encima de la portería por poco.

Tras el descanso el Sporting salió muy intenso, dominador... Pero sin mordiente. De tres cuartos de campo hacia arriba, se le apagaba la luz. Lo sabía el Mirandés, que fue condescendiente con la posesión de balón del Sporting, sin mucha ambición de arrebatársela. Prefería esperar en su propio campo, sabiendo de la inoperancia del Sporting para generar ocasiones, y confiarlo todo a alguna contra. Se cebaron los burgaleses con Bogdan, que sufría como nunca, primero con dos para uno de Kijera e Íñigo Vicente y también cuando este último fue sustituido por Joaquín. Estaba claro que por ahí podría llegar el gol del Mirandés. Y por ahí fue. Joaquín le rompió la cintura a Bogdan, Marc Valiente no llegó en la ayuda y Diego Mariño tampoco fue capaz de desviar el disparo. El Mirandés, con muy poco, se ponía por delante en el marcador a quince minutos para el final. El pánico se apoderaba de El Molinón.

Djukic, que ya había metido en el campo a Djurdjevic, dio entrada a Murilo, que dejó detalles de buen futbolista, tanto desbordando por los costados como a balón parado. Pero fue Pedro Díaz, el único faro en tiempos de oscuridad, quien aportó un rayo de luz al Sporting con un potente disparo desde fuera del área en el que Limones, como en el primer gol, volvió a ser un amigo: el balón le pasó entre las piernas al guardameta y se coló en su portería.

Los últimos minutos fueron de histeria colectiva. El Sporting buscó desesperadamente la victoria consciente de que el empate no le servía prácticamente para nada. Manu García le filtró un pase perfecto a Djurdjevic que el serbio no llegó a rematar; se le adelantaron el portero y un central, al que el rebote le pegó en la mano. Pidió penalti el Sporting, como también en otra mano posterior, pero el colegiado hizo caso omiso. El debutante Murilo puso en aprietos a Limones, con un centro-chut que se colaba para dentro hasta que el portero metió una mano junto al larguero. Pedro Díaz lo intentó una vez desde media distancia, pero en esa ocasión el portero visitante respondió bien.

Y así, a la desesperada, acabó el partido el Sporting. Lo intentó pero no lo logró. Y el empate, que es menos que nada, supone a la vez una gran decepción. El equipo rojiblanco ya no lo suma todo en El Molinón y la situación clasificatoria sigue siendo muy preocupante, con posibilidad de volverse angustiosa si el equipo no le gana el domingo al Racing de Santander, que viene de ganarle al Almería en el debut de José Luis Oltra como entrenador. En la jornada 27, así nos vemos: temblando.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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