El Sporting levanta el vuelo ante el líder

Gijón

Se merecía el sportinguismo una alegría así. Hacía tiempo que El Molinón no celebraba algo de esta manera, con tal grado de decibelios. Ganar al líder no es cualquier cosa; está al alcance de pocos equipos y le da mucho aire al Sporting. Festejó la afición el resultado, fundamental, pero también la imagen de un equipo que parece que ha empezado a ser competitivo. No hizo el partido del siglo, pero ya iguala y a veces supera en intensidad a los rivales. Y eso es noticia. Lo hizo en Santander, pero quedaba la duda de si había sido flor de un día y si el Sporting sería capaz de hacerlo contra un equipo que no fuera el último. Fue capaz contra el primer clasificado. Y eso es una gran noticia.

Se lo merecían los aficionados y se lo merecían también los jugadores, que sin duda serán los primeros en haber sufrido el desastre de temporada, sin que eso les exima de la responsabilidad. Ahora parecen más intensos, más concienciados de la situación, pero además tienen una idea de cómo jugar. Djukic ha tomado decisiones, tras un período de adaptación y observación. En algunas de esas medidas, el entrenador se ha corregido a sí mismo, como en la posición de Manu García en el campo. El resultado ha sido la formación de un equipo que compite y, además, va ganando partidos.

El Sporting ha tomado forma. Djukic ha entregado el mando del equipo a Pedro Díaz (que crece como futbolista a pasos agigantados) y a Cristian Salvador. Bogdan se ha afianzado como lateral derecho, con Molinero como alternativa para el centro de la zaga. Manu juega donde debe jugar, en la mediapunta, desde donde sirve pases que cualquier delantero quisiera para él. Carmona se ha puesto las pilas en la banda izquierda, cediendo la derecha al recién llegado Murilo, que aunque con déficit físico aporta desborde y, ante el Cádiz, un buen pase para el gol de Álvaro Vázquez, que se ha ganado a pulso la titularidad. No ya solo por el gol (muy meritorio el desmarque y el giro de cabeza con la portería completamente a su espalda) como por el trabajo que hace para el equipo. A Djurdjevic le costará volver.

El Sporting no ofreció un recital ante el Cádiz. Pero compitió. En algún momento mandó en el partido, en otros sufrió horrores (¡ay ese balón parado!), vio cómo el Cádiz perdonaba una clara ocasión en la primera parte (Cala envió el balón al palo y Nano Mesa no lo empujó con toda la ventaja para él), supo aprovechar su ocasión para marcar (gran apertura de Pedro Díaz, asistencia de Murilo y remate de Álvaro), se encontró con una expulsión en el rival y logró aprovechar la ventaja a pesar de que el equipo fue poco inteligente en el tramo final, para desesperación de Djukic, que veía cómo su equipo ponía en riesgo una victoria que valía oro por su poca cabeza, fruto de los nervios y la tensión de mantener un marcador muy relevante. Al final, todo salió bien.

El Sporting, que hace diez días asumirse el riesgo de hundirse en el fango, ha logrado levantar el vuelo y, aunque sea una situación puntual, ha logrado ponerse a dos puntos del playoff. El equipo ofrece otras sensaciones, pero debe mantener la prudencia. Lo dijo Djukic: lo peor que le puede pasar al Sporting es creer que ha conseguido algo más que ganar dos partidos (uno al líder, es verdad). Es peligroso que, cuando echas a volar, la realidad te corte las alas. Pero que al sportinguismo le quiten lo bailao del disfrute que supuso ver perder al líder en El Molinón.

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