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Circo Price, más de un siglo de historia en Madrid

Desde mediados del siglo XIX, el Circo Price ha formado parte de la vida cultural de Madrid. Valeria Vegas nos trae todos los detalles en Corazón de Neón

Enrique Parellada

Madrid

Hoy viajamos a un lugar que ha formado parte de la vida cultural de Madrid durante más de un siglo. Se trata del Circo Price y, para ello, nos tenemos que remontar a mediados del siglo XIX.

Escuchamos con Valeria un reportaje realizado actualmente por el propio centro cultural. Obviamente la gente que participa no se refiere a ese circo del XIX, sino al que hubo tiempo más tarde en la Plaza del Rey. La primera ubicación que tuvo fue en en el Paseo de Recoletos, forjado de madera y lona y fundado por un acróbata irlandés llamado Thomas Price, de ahí su nombre.

Pocos años después, ya en 1880, dejó su lugar, en lo que hoy sería la esquina de la calle Bárbara de Braganza. Y comenzó su segunda andadura en la Plaza del Rey, al lado de Chueca, donde estuvo hasta 1970, hasta que dio lugar al Ministerio de Cultura, que permanece hoy en día. Se le encargó a un arquitecto el diseño y construcción del Circo, que ideó un edificio poligonal con estructura metálica y un aforo para 2000 personas.

Lo cierto es que Thomas Price no llegó a conocer el nuevo circo, y este pasó a manos de su yerno, que también fallecería años después, cayendo ya en manos de otros empresarios circenses. Había una singularidad y es que ya en el siglo XX algunos de los artistas que actuaban se hacían pasar por extranjeros, siendo españoles, para darle más empaque y exotismo a la cosa.

Sobre este tema hay historias fascinantes, empezando por el faquir hindú Daja-Taro, que iba vestido con brillantes sedas del lejano oriente, con un turbante multicolor y permanecía silencioso, para imprimir más misterio. O quizás para que no se descubriera que realmente era de Cuenca y se llamaba Gonzalo Tortajada. Tendría que haber sido suficiente su habilidad con las cuchillas de afeitar, las cerillas encendidas, clavos de hierro, cristales y cemento. Como la cosa fue bien, compartió escenario con su esposa, la faquira Paterneri, que en realidad se llamaba Dionisia Gallardo. Incluso poco antes de fallecer publicó sus memorias. 

Además de circo, había mucha picaresca. Incluso muchas veces, cuando pasaba un tiempo, se le cambiaba el nombre al artista, pese a que seguía haciendo el mismo número, y así es como el domador Mola, pasaba luego a ser domador Georgevich o se anunciaba como "Los leones de Abisinia". O por ejemplo "Las focas del Capitán Guerre" pasaban después a llamarse "Los leones marinos" en la siguiente temporada. Lo mismo con unos saltadores árabes que a veces eran Los Timenon y otras, cuando convenía, se apodaban Los Tigres del Desierto. Otras veces os cambios venían por cuestiones de ética, como la vez en que un cómico que se apodaba Nazi, tuvo que cambiarse el nombre en los carteles por Lizam.

Pero llegó un momento en que el Circo Price no sólo tenía espectáculos circenses, sino también daba cabida a las variedades. Su empresario, Juan Carcellé, se vanagloriaba de haber traído a España a la mismísima Josephine Baker, por lo que no es de extrañar que se sucedieran los espectáculos con actuaciones de folclóricas y humoristas.

Pero hay más anécdotas en la hemeroteca. Un día apareció la policía en el Price preguntando por Madame Jeanne Duclos. La recogieron en su camerino y estuvo declarando durante más de cinco horas. Se trataba de uno de los personajes más intrigantes del circo. Su verdadero nombre no era Jeanne Duclos, sino Condesa Radeski, aristócrata polaca, viuda de un oficial francés. Se anunciaba como médium y su número era adivinar el pensamiento. Vivía en el Hotel Ritz, hacía sesiones personales y tuvo mucho éxito en el Price a principios de los años 40. Es difícil conocer quien era Madame Duclos, según algunas informaciones se trataba de una agente de espionaje alemán. Se dice que fue entregada a la policía inglesa y fusilada. Otros aseguran que después de aquello se dedicó a la astrología en Lisboa y falleció en Argentina.

Pero la gran estrella del Circo Price era una trapecista que arriesgaba su vida varias veces cada día, en un más difícil todavía y actuando sin red. Pinito del Oro. Todo un fenómeno. Nacida en el mundo del circo. Falleció hace apenas 3 años, habiendo recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional del Circo, más galardones y hasta tiene una figura en el Museo de Cera. Curiosamente Pinito se retiró el mismo año que cerraba sus puertas el Circo Price, en 1970.

En abril de ese año, el Circo Price era demolido y convertido en un banco. Su retorno tardó en llegar 37 años, hasta que en 2007 regresó, esta vez en la Ronda de Atocha, ya como Teatro-Circo y con el mérito de tener una programación continua y uno de los pocos circos permanentes en Europa. Además alberga actuaciones, conciertos y eventos, para cautivar a nuevas generaciones.

 

 
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