Capítulo 1: ¿Para qué sirve el Mestalla?

Valencia

Trece partidos sin ganar. Trece. El filial del Valencia no consigue el triunfo desde que, a finales de noviembre, se impusiera al Orihuela (4-1) en el Antonio Puchades. Unas cifras paupérrimas que tienen al equipo que dirige Chema Sanz -otra temporada más- en posiciones de playoff de descenso a Tercera, con tan solo dos puntos de margen sobre el colista. 

El drama clasificatorio tendría cierta justificación si, al menos, el equipo pudiera surtir a la primera plantilla del club de jugadores con cierto nivel como para ayudar en situaciones de dificultad. Pero, como está pudiendo comprobarse tras la grave lesión de Ezequiel Garay, ni una cosa ni otra. 

Como viene ocurriendo desde la llegada de Meriton a la SAD, el Mestalla vuelve a ser un engendro de planificación. Jugadores de 1996 ó 1997 firmados a préstamo de equipos como Numancia, Sporting, Rayo o Alcorcón que taponan la subida de futbolistas de la casa. Fichajes mayores de 25 años, completamente en contra del espíritu que debería tener el filial de un club que -teóricamente- apuesta por la formación. Incorporaciones procedentes de ligas extranjeras a coste prohibitivo...

Los padres de la criatura, cada uno con su cuota de responsabilidad, son Pablo Longoria (que abandonó la entidad a principios de temporada tras la salida de Marcelino García Toral), Jorge López y Marco Otero, cabezas visibles en la planificación deportiva del filial. Con uno de los presupuestos más elevados de la categoría, el equipo tendrá que sufrir para no bajar. 

El caso de Otero, director técnico de la escuela, es especialmente llamativo. Figura controvertida en Paterna por sus formas y el modo cuestionable -por ser eufemístico- de tratar a diferentes entrenadores de categorías inferiores, llegó al Valencia por recomendación de Longoria. Se mantiene en el cargo por la sorprendente protección que sobre él ejerce Sean Bai, hombre de confianza de Murthy con cero experiencia en fútbol de formación. En fútbol en general, para ser exactos. 

Además del manto protector de Bai, el otro gran problema para prescindir de Otero es su contrato. Según ha podido saber la Cadena SER, el que fuera jefe de cantera del St.Gallen suizo entre 2015 y 2018 firmó un blindaje por tres años con un sueldo muy elevado para el cargo que desempeña. 

Si de verdad en Singapur tienen la más mínima intención de convertir al Valencia en un club de cantera, hay mucho trabajo por hacer. Anil Murthy vive muy confundido. Que Gayà, Carlos Soler o Ferran jueguen en el primer equipo no el resultado de una apuesta de Meriton por los futbolistas de la casa. Es consecuencia de la planificación y el proyecto que sí había en Paterna años atrás. 

El Mestalla debe tener un sentido, una identidad. ¿Para qué queremos el filial? ¿Último paso en la formación de jugadores criados en Paterna sin que importe la clasificación o equipo nodriza cerca de la élite en el que tener fichajes nivel Segunda A para competir y ganar dinero? Si la respuesta elegida es la primera, hay que cambiar la filosofía. El paso inicial debe ser ahorrar en fichajes 'raros'. No tiene sentido que vengan a Paterna futbolistas de clubes de Segunda a los que el Valencia forma gratis taponando el crecimiento de chavales de casa. Hay que invertir en formación propia, así como en la captación de futbolistas cadetes y juveniles.

Si el camino escogido es el segundo, hay que apostar por proyectos de plantilla más ambiciosos, entrenador incluido. Resulta, como mínimo, sorprendente que Chema Sanz -son trece partidos sin ganar- siga en el cargo. Pero todavía es más llamativo que, en medio de la racha negativa, incluso alguien en Paterna llegara a plantearse su renovación. 

El desastre del filial es solo la punta del iceberg. El funcionamiento deportivo de la Ciudad Deportiva de Paterna en categorías inferiores exige un análisis detallado que seguiremos llevando a cabo en próximos días. El Valencia merece otra cantera. El Valencia necesita otra cantera.