La psicodelia y el punk, reconciliados para siempre gracias a León Benavente
Lleno en La Copera ante una de las bandas más prestigiosas del momento
Granada
Se presagiaba desde bien temprano que algo notable y extraordinario iba a ocurrir en La Industrial Copera en la noche del pasado sábado. Las fronteras de la sala se expandían en un llenazo absoluto que daba paso indefectiblemente a una marabunta ávida de paladear la original, rupturista, potente, acertada, atronadora y valiente propuesta de León Benavente, uno de los grupos más en forma del panorama musical actual con una impronta única y reconocible a la legua.
Su apuesta profunda y esencialmente punk tamizada por una espesa cortina de psicodelia y techno es una mezcla demasiado innovadora y provocadora como para pasarla por alto o declarar la indiferencia general, y el público de Granada no estaba dispuesto a ello, sino más bien a rendirse entregando todas las armas del insostenible escepticismo ante tamaña cima musical.
Unas cortinas doradas guardaban la espalda de una banda de músicos curtidos, sabios y poderosos que saben hacer el ruido que desean y necesitan sus enfervorizados fans, cada vez más y mejores, y que no amortiguaron entre sus brillos la auténtica tormenta de sonidos psicodélicos reinterpretando el punk en tiempos tecnológicos con unas letras maceradas, ácidas e hirientes que no pueden dejar indiferente a ningún ser humano que se precie de serlo.
Comenzó el concierto con "Emociones fuertes" porque, a pesar de su nombre, "No son leones pero saben rugir" como nadie sobre un escenario necesariamente reforzado para soportar su abrasiva propuesta de gritos, saltos y éxtasis musicales. Ya se sabe que "Siempre habrá algo nuevo que contar" con los León Benavente delante de nuestros atónitos oídos.
El público tenía más que claro el motivo por el que se había desplazado hasta la Copera: "Amo seguir tus huellas, amo tu nombre", coreaban enfervorecidos, "Amo la telepatía que nos comunica". Llegó el instante preciso de "Aprovechar las horas que queden hasta la muerte" con temas tan abrasivos como "La ribera" o "Como piedra que flota". Y hasta tuvimos el momento de homenajear al excelso programa de La2 de divulgación científica Órbita Laika, cuya sintonía, firmada por León Benavente, también hizo acto de presencia el pasado sábado al sonar "Se mueve". Tema al que sucedieron otros igualmente portentosamente ruidosos como "Crónica" o "Estado provisional", aunque estamos por afirmar que más bien el estado era definitivo tal cual fue recibido por los casi mil granadinos que abarrotaban de forma literal el anfiteatro de la carretera de La Zubia.
Abraham Boba, líder indiscutible de la banda y del panorama musical actual, confesó tener ganas de llorar de felicidad por tocar en una de sus ciudades favoritas y recordando su primer concierto en Planta Baja en el aniversario de Bora Bora, cuando aún no lideraban el cotarro. Aquella noche sonó "Ánimo valiente" al igual que ocurrió en la Copera. Ya se sabe que "Tú que sabes lo que fueron los 80, te mereces todo lo que te pase".
Era la hora de ir "Volando alto" porque ya "No hay miedo", a pesar de que "Esto no ha terminado, todavía podemos aguantar. Somos gente necesaria y aún podemos aguantar. Aún no ha salido sol", recita el tema que sonaba, toda una declaración de intenciones. Ellos tienen bien predeterminada su misión: "Quiero ser la vía alternativa porque seguro que de ésta os cansaréis".
Ya solo nos restaba para rematar la noche "Vivir en California" y dejar claro que "Ayer salí" para poder explicarlo y explicarnos todo.
A la hora de los aclamados bises, con la psicodelia atronando sobre el punk subyacente, sonaron "La canción del daño", "Ser brigada" (donde Abraham Boba decidió bajarse a la platea y pasear entre el público anonadado) y rematar la faena con "Gloria" y un epílogo atronador donde psicodelia y punk se hermanaron para siempre. Y que así sea.