El confinamiento dispara el precio de la droga en las prisiones catalanas
Trasladados 12 reclusos tras unaprotesta en Brians 1
60 personas participaron en un plantón: amenazaron y empujaron a funcionarios el primer fin de semana sin visitas de familiares
Barcelona
El confinamiento ha disparado el precio de la droga dentro de las prisiones y ha originado los primeros incidentes: una protesta de medio centenar de internos este fin de semana en Brians 1, quema de sábanas en Brians 2 o un intento frustrado de huelga de hambre en Wad-Ras, la semana pasada. Los funcionarios dicen estar preocupados y desde el departamento de Justicia de la Generalitat reconocen que la situación es crítica, aunque no se han producido episodios graves. Fuentes del departamento agradecen el esfuerzo ingente de los trabajadores y celebran que la mayoría de la población reclusa se muestra colaboradora.
"La mayoría de los presos entiende las circunstancias, pero hay un sector que está presionado por las drogas que no entra en razón". Y es que el blindaje de los centros ha ahogado la entrada de drogas y ha disparado los precios. Fuentes penitenciarias, aseguran que media bellota de hachís se ha disparado hasta los 200 euros, cuando normalmente oscila entre los 50 y 60. También ha pasado con la cocaína: un gramo pasa de 60 euros a más de 100.
"Vienen tiempos difíciles", explica Albert Duchamp, un funcionario de Brians 1. "Temo que esto sea sólo el principio", confiesa otro trabajador. Para proteger a internos y funcionarios del Covidien-19, han quedado suspendidos los vis a vis, visitas, permisos o traslados. La decisión ha crispado algunos presos y ha provocado un goteo de protestas durante la última semana. La más multitudinaria se ha producido este sábado por la tarde en el módulo 4 de la prisión de Brians 1. Era el primer día sin visitas de ningún tipo por parte de familiares.
Según fuentes de la prisión, 60 personas participaron en un "plante", una rebelión contra las normas del centro. Al medio día, un interno se desnudó en el patio y comenzó a gritar. Una decena de presos impidieron que los funcionarios le redujeran. "Se fueron sumando reclusos que gritaban, empujaban los funcionarios y nos tiraban amenazas", explica Duchamp, uno de los portavoces del colectivo Marea Azul. La protesta siguió a la noche, cuando, según penitenciarias, unas 60 personas impidieron el acceso al comedor. Los funcionarios reconducir la situación y el departamento de Justicia ha sancionado a los líderes de la protesta, trasladándolos de centro para impedir nuevos incidentes.
"Nos miedo que una chispa así termine de encender la mecha", asegura un funcionario, que explica que el módulo 4 hay 252 internos y menos de una decena de trabajadores. La inquietud está presente también en otros centros como el vecino, Brians 2, donde la última semana han vivido varias "plantones" de reclusos y crema de sábanas la noche a principios de semana y jueves de madrugada. Al menos cuatro reclusos han sido enviados al área de sancionados, según fuentes de la prisión.
Desde Justicia, reconocen que a pesar de que este tipo de incidentes pasan de vez en cuando, no lo hacen nunca con tanta frecuencia y que a pesar de que ninguna protesta ha sido significativa, la situación es más crítica. Celebran que la mayoría de los presos están siendo empáticos con unas medidas restrictivas, pero dirigidas a proteger su salud y la de los trabajadores.
Según un portavoz de Justicia, a los centros penitenciarios a menudo la tranquilidad la aportan las familias que, en las visitas, bajan el nivel de angustia de los presos. Motivo por el que estos días, la ausencia de contacto visual con ellos, aumente la incertidumbre de los internos, nerviosos también debido al cambio de rutinas. Para compensar la falta de visitas, el departamento ha doblado el tiempo de llamadas y trabaja para garantizar que todos los presos sin recursos económicos puedan permitirse también llamar a sus familiares y amigos.