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El jurado declara culpables a los dos acusados del crimen de la Guardia Urbana

Rosa Peral y Albert López afrontarán ahora una pena de hasta 25 años de prisión por asesinato con alevosía

Una de las sesiones del juicio en la Audiencia de Barcelona / Quique García (EFE)

El jurado del caso conocido como crimen de la Guardia Urbana ha declarado culpables de asesinato con alevosía a los dos acusados, Rosa Peral i Albert López, ambos agentes de la policía de Barcelona y amantes. Después de un mes y medio de juicio y de cinco días deliberando los 9 miembros del jurado consideran probado que la noche del 1 al 2 de mayo del 2017, Peral y López pusieron en marcha un plan por asesinato la pareja de Peral, Pedro Rodríguez. Según los hechos probados, después del crimen y de mutuo acuerdo, los acusados prendieron fuego en el cuerpo de Rodríguez, dentro de su coche, a una pista forestal del pantano de Foix.

Los acusados han recibido la noticia a través de una video llamada. López estaba en la prisión de Cuatro Caminos y Peral en el Hospital Penitenciario de Terrassa, porque ha dado positivo en coronavirus. La acusada también ha posado en cuarentena a los abogados de las defensas y al fiscal, hoy sustituido por la letrada del ministerio, Elena Contreras. Ahora corresponde al juez imponer la pena de prisión por los acusados, que oscilará entre los 15 y 25 años de prisión. Las defensas piden la condena mínima y el fiscal insiste en su acusación: 25 años por Rosa Peral y 24 por su amante, Albert López.

El jurado no ha estado unánime, pero casi. Por ocho votos a uno en el caso de Peral y siete a dos en el caso de López, ha concluido que los dos examantes son responsables de haberse confabulado para matar la víctima y de intentar incriminar al exmarido de Peral. En su veredicto, el jurado considera probado que los procesados "conjuntamente, o al menos uno de ellos con la anuencia y colaboración activa del otro", agredieron la víctima "de manera violenta" y, "aprovechándose" que se encontraba "enteramente despreocupada", puesto que mantenía una relación sólida con la acusada.

Durante mes y medio de juicio, Rosa Peral i Albert López han mantenido versiones contradictorias, acusándose mutuamente del crimen. Peral dibujaba a López como uno examante enfermo de celos. Aseguraba que asaltó la casa donde vivían y mató a Rodríguez, mientras ella protegía sus dos hijas, entonces de 3 y 6 años, que dormían en el piso de arriba. Peral mantiene que cuando bajó a la planta inferior, su pareja había desaparecido y en su lugar encontró a López, con un hacha en la mano y manchado de sangre. Aun así, afirmó durante su interrogatorio que nunca pensó que lo hubiera matado. Se definió como encubridora, porque mantiene que durante doce días (hasta que los dos fueron detenidos) era víctima de un "miedo insuperable".

López, en cambio, se ha reconocido abiertamente encubridor por una cuestión de afecto. El expolicía de Barcelona ha explicado al tribunal que la noche del crimen recibió una llamada de Peral confesándole la muerte de Rodríguez y pidiéndole ayuda. López mantiene que le aconsejó que reconociera los hechos ante la policía pero que, ante la negativa de ella y el miedo a perder la custodia de las hijas, decidió ayudarla a deshacerse del cadáver.

Las versiones de los dos tienen lagunas que no han pasado desapercibidas al jurado: los mensajes de carácter amoroso que se enviaron los días anteriores y posteriores; las llamadas que intercambiaron la noche del crimen; un teléfono de prepago comprado y activado únicamente momentos antes del asesinato, o el hecho que dos semanas antes del crimen López preguntara a un compañero de trabajo como deshacerse de un cadáver y el cuerpo de Rodríguez apareciera exactamente como el agente le recomendó: "en una zona apartada, calcinado dentro de un coche".

 
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