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Prostitución

El negocio que nunca cierra

Pese al estado de alarma, el negocio de la prostitución continúa activo. Las 4.000 mujeres que se ven obligadas a ejercerla en Canarias se enfrentan a mayor inseguridad y a contagiarse de enfermedades como el COVID-19. Las que no pueden generar ingresos se endeudan sin posibilidad de recibir ayudas sociales o la prestación por desempleo.

Imagen de archivo de un local donde se ejerce la prostitución / EFE

Las Palmas de Gran Canaria

Pese a no tener supermercados, ni tiendas, ni gimnasios, la calle Molino de Viento era una de las más transitadas de Las Palmas de Gran Canaria. Coches, ocupados por hombres, que circulaban durante 24 horas sin cesar sobre el asfalto agrietado de esta céntrica vía. Desde que se declarara el estado de alarma, como en el resto de la ciudad, no hay rastro ni de las mujeres que se veían obligadas a ejercer la prostitución ni de los hombres que pagaban por mantener sexo con ellas.

Pero eso no significa que la crisis del coronavirus haya conseguido paralizar una de las actividades que más dinero mueve en el mundo. "Muchas de las realidades de los grandes clubes de sexo se han trasladados a pisos privados que permiten que la prostitución continúe de una manera más oculta, escondida y menos ubicable por parte de la sociedad", cuenta Carmen García, coordinadora del programa Daniela - Oblatas que ayuda a mujeres en situación de riesgo.

Se estima que en Canarias hay unas 4.000 mujeres dentro del mundo de la prostitución que, paradójicamente, el estado de alarma las ha empujado a una vida más peligrosa. Según Carmen García, "se están viendo obligadas a aceptar peticiones sexuales que antes ni se planteaban, arriesgándose a contraer más enfermedades, entre ellas el COVID-19".

Añade que "además muchas mujeres están confinadas con sus proxenetas o controladores lo que genera situaciones de más violencia." Muchas mujeres pasan la cuarentena en los grandes clubes donde viven, alquilando habitaciones, en las que recibían a los hombres. De media suelen pagar unos 60 euros diarios. Las que no tienen posibilidad de generar ingresos, ahora están acumulando deudas con sus proxenetas que deberán afrontar en un futuro.

Sin ayudas sociales

El programa Daniela - Oblatas de atención integral a la mujer se pone en marcha en mayo de 2010. La crisis del coronavirus ha conseguido que las plazas de acogida que tienen en Las Palmas de Gran Canaria estén completas. "Tenemos una casa con 15 plazas en la que actualmente atendemos a 16 mujeres. Además contamos con un piso de autonomía en el que viven otras cuatro", explica Carmen García. Sin estos servicios que ofrecen las organizaciones no gubernamentales, algunas mujeres que ejercen la prostitución se hubieran quedado en la calle.

Según la coordinadora del programa Daniela, "la mayoría no tiene ni acceso a ayudas sociales porque no están empadronadas en ningún municipio. Los que controlan los lugares en los que viven no les dejan que se inscriban en esas viviendas para que no se registre y se visibilice el número de mujeres que viven en ellas." Además, las mujeres que se ven obligadas a ejercer la prostitución no cotizan por lo que no tienen derecho a recibir la prestación por desempleo.

 
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