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En memoria de un compañero, David García Martín

La Firma de Pedro Brouilhet

"En memoria de un compañero, David García Martín", la Firma de Pedro Brouilhet

"En memoria de un compañero, David García Martín", la Firma de Pedro Brouilhet

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Palencia

El martes fue un día muy triste. Falleció David García Martín, el que fuera párroco de San Antonio durante 17 años.

Un hombre bueno, un ejemplo como Sacerdote y compañero. Comprometido, trabajador, creyente, solidario. Amante de la música, del cuidarse, de dar buenos paseos por el Monte de Palencia. Un sacerdote siempre dispuesto a formarse, a compartir su fe y su vida. Un hombre que sufría al ver las injusticias. Discreto, sensible, con gran capacidad para predicar y anunciar la Buena Noticia del Evangelio, con hechos y Palabras.

Sus parroquias fueron Boadilla del Camino, Villorquite de Herrera, Castil de Vega, San Telmo, Velilla del río Carrión, la HOAC, la Parroquia de San Antonio; y una vez jubilado ayudaba en la UP de Cisneros.

David era cura obrero. Trabajó en Clomar, fue impulsor del movimiento vecinal en la Avenida de Madrid. Dedicó gran parte de su vida a acompañar a la Hermandad Obrera de Acción Católica.

Tanto en Velilla, como en San Antonio formó equipo con sacerdotes muy diversos y plurales. Dejaba hacer, te ayudaba a pensar, buscaba la profundidad de las cosas, disfrutaba viendo que las cosas salían adelante, potenciaba tus potencialidades. Nunca tenía una palabra negativa hacía nadie. Le gustaba celebrar todas las dimensiones de la vida, especialmente una buena comida, como un cocido, o "unas patatonas" como él decía, con una sonrisa.

Su ministerio pastoral ha sido una clase práctica de ser un buen cura. Quería a la Iglesia, a la gente. Pasaba noches sin dormir cuando le llegaban los problemas. Sufría cuando veía injusticias con compañeros y personas. Se ha rodeado de gente muy buena, ha dejado trabajar, ha favorecido el protagonismo de los laicos. No exigía, no apretaba, confiaba plenamente en las potencialidades de las personas y las comunidades.

Sencillez, humildad, entrega, donación... palabras que son parte del traje de este gran compañero que ha sido para mí David García Martín. Él salió de sí mismo para "des-poseerse", para que otros se "apropien" de su vida y de sus capacidades. Construyó iglesias con las puertas abiertas. Comunidades con una mano agarrada a Dios y otra mano agarrada a las personas.

¡Tú sí que has tenido olor a oveja! Muchas personas nos queremos parecer a ti David. Y no a aquellas personas que viven su ministerio desde su propio interés o personalismo, olvidando que pertenecemos a una familia más grande donde todos somos necesarios, pero nadie es imprescindible, aunque nos creamos que somos los más importantes de este mundo. Creo en la Iglesia de Jesús de Nazaret, la que tú me enseñaste a querer y a vivir, que es pluralidad, diversidad y que no insulta porque no entra en su vocabulario.

Amigo, no podemos despedirte como te lo mereces. Esta maldita pandemia, se ha llevado por delante a un hombre fuerte, por dentro y por fuera. Nunca me lo hubiera podido imaginar

Descansa en paz y gracias por lo compartido y vivido.

 
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