Los héroes anónimos de Cantabria

Santander

En Hoy por hoy hablamos con tres ciudadanos cántabros que no se han quedado parados, a pesar de ser considerados sus profesiones como "no esenciales". Desde que comenzó la crisis sanitaria se pusieron manos a la obra para echar una mano, cosiendo mascarillas, realizando pantallas protectoras o dando de comer a los sanitarios.

Eduardo Cavia, Raúl Ruiz y Alfonso de Barrio nos cuentan cómo están ayudando.

Eduardo Cavia es vecino de Puente Viesgo. Tras conocer el fallecimiento de una persona por coronavirus en la residencia cántabra Cadmasa, en las Caldas de Besava, telefoneó con preocupación para saber cómo se encontraba su tío, que está allí ingresado.

Así, se enteró de las carencias de material de las que adolecía el personal, por lo que cogió el móvil y se puso a hacer "llamadas de solidaridad", con el fin de sumar esfuerzos entre ciudadanos y empresas para fabricar equipos de protección.

Y prácticamente como el mismo dice “de la noche a la mañana" ya había cerca de 200 voluntarios cosiendo  mascarillas. Unas cincuenta cada uno al día, así hasta llegar a fabricar 150.000 cada semana.

Esto, unido al trabajo de varias empresas de la región, como Austral Sport que les hizo un patrón y con la ayuda de la patronal, CEOE-Cepyme Cantabria, ha permitido que el movimiento siga creciendo.

Cavia se encarga de recoger y distribuir el material en municipios como Buelna, Puente Viesgo, Vargas, Castañeda, Liérganes, Reinosa o Sarón, en los que se han juntado los vecinos para hacer una cadena de producción que se remata con la esterilización del producto, con el único fin de que quienes tienen que enfrentarse cara a cara con la enfermedad "tengan una protección adecuada".

Y ya no son sólo mascarillas, tienen ya un patrón de corte que les ha permittdo también empezar a fabricar batas y petos de plástico. Una vez que se ha repartido el material, confeccionado el producto y esterilizado, Cavia se lo entrega al Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) para que lo distribuya en función de las necesidades de cada centro.

Además, Cavia, que trabaja en la rehabilitación de edificios, ha dejado su cámara termográfica a la residencia Cadmasa para poder medir rápidamente y a distancia la temperatura a sus pacientes. Así, están promoviendo todo este trabajo desde la Federación Empresarial de Dependencia de Cantabria.

Cuentan con la colaboración de las empresas Armando Álvarez, Textil Santanderina y Hermanos Alonso para proveer plástico y telas para las mascarillas; Talleres Corral, que proporciona un centro operativo para la distribución de material; Austral Ropa Deportiva en el corte de las piezas; Soningeo en cuanto a logística, transporte y esterilización de los productos; y el Instituto Cántabro de Servicio Sociales, que determina las prioridades de entrega a los centros más necesitados.

Raúl Ruiz es el coordinador en Cantabria de la red de coronavirusmakers.org -formada por cientos de makers voluntarios en toda Cantabria y por miles en toda España- que con sus propios equipos de impresión 3D se han unido en la lucha contra la Covid-19 para ayudar al abastecimiento de material sanitario.

Fabricar viseras de protección mediante impresoras 3D que después reparten a los profesionales sanitarios y de los cuerpos de emergencia. Pero su objetivo, según afirman, es dotar de este material también a otras personas que necesiten protegerse del virus, como los limpiadores, conserjes o trabajadores de supermercados y tiendas de alimentación.

Son más de 15.000 a nivel nacional y aquí en Cantabria han llegado no solo a dedicar su tiempo, también su dinero, más de 10.000 euros invertidos en aportar su granito de arena en esta causa a la que los hospitales ya han mostrado su enorme agradecimiento en redes sociales.

Los ‘makers’ que quieran colaborar con esta red nacional de voluntarios deben contactar con https://www.coronavirusmakers.org/index.php/es/17-telegram o directamente a través de Telegram en https://t.me/coronavirus_makers.

Y nuestro tercer héroe anónimo es Alfonso del Barrio, propietario de la cervecería Ateka. Cuando le mandaron cerrar su restaurante pensó que toda aquella comida podía ser empleada para una necesidad que surgía. La de alimentar a aquellos que no sólo tenían que seguir trabajando, sino que además estiraban sus jornadas, el personal sanitario.

Desde entonces elaboran 70 menús diarios, primero con sus reservas ahora con la ayuda de los proveedores que les entregan alimentos para que la cadena de solidaridad no pare. Cada día se acercan al Hospital Valdecilla para llevarles alimento a los sanitarios, pero necesitan más ayuda. Por ello, invitan a los proveedores que quieran echar una mano que se pongan en contacto con ellos.

En definitiva, la crisis sanitaria ha hecho que muchos den un paso adelante y gracias a ellos, salir será más sencillo. ¡Muchas a gracias a todos los héroes anónimos!.