Sociedad

Nieves Casado, la matriarca de 109 años de sonrisa perpetua, apaga su luz

Esta mujer nacida en Villovela de Esgueva y residente en Aranda desde los 53 años, era la persona de mayor edad censada en Aranda y fallecía esta semana de muerte natural

Nieves Casado / Imagen facilitada

Aranda de Duero

La esperanza de vida en España se ha duplicado en el último siglo. En 1.910 superaba ligeramente los 42 años de vida y actualmente, en las mujeres, alcanza los 85 años. En ambos casos, la estadística ha sido desafiada por la persona de mayor edad registrada en el censo municipal de Aranda de Duero. Se trata de Nieves Casado, una mujer con 109 años de edad que se apagó esta semana aunque su luz no dejará de ser una guía y modelo para todo su entorno.

Nieves Casado nació en Villovela de Esgueva (Burgos) el 5 de agosto de 1910. Allí pasó su infancia junto a sus hermanos Isabel, Pilar, Candelas y Daniel. La tercera hermana de esta familia vino al mundo el mismo año en que el rey Alfonso XIII autorizaba que las mujeres españolas pudieran realizar estudios superiores en las Universidades Españolas. Hasta entonces solo podían hacerlo con permisos especiales.

Cursó estudios primarios en Villovela de Esgueva. Su boda con un constructor, Jaime Albo, propició una vida itinerante en sus años de juventud. Viaje de novios en Madrid y, como era propio en su época, muchos hijos fruto del matrimonio, seis en el caso de esta feliz pareja (María, Lydia, Aurora, Nieves, Abraham y Jaime). El trabajo de la construcción marcaba la hoja de ruta de la familia que salió de un Villovela que ofrecía pocas opciones laborales, y que les llevó a Anguix, Torresandino, Burgos, Fuentespina y Aranda de Duero.

Tiempos difíciles en los que Nieves y Jaime trabajaron mucho y se esforzaron para sacar adelante a una familia tan numerosa. Un claro ejemplo de la cultura del sacrificio y el esfuerzo. La grave crisis económica mundial de los años 30, una Guerra Civil en España, la II Guerra Mundial, décadas de dictadura franquista. Acontecimientos dramáticos siendo el mayor sobresalto personal tener que sufrir la Guerra Civil en España que reclamó a Jaime Albo en años realmente muy duros. En ese intervalo de tiempo, desde 1936 a 1939, las cartas que se enviaban sirvieron como hilo que conectaba al padre con el resto de la familia. Escritos que mostraban “la dureza de la guerra, lo mal que lo estaba pasando Jaime y la necesidad que tenía de regresar con su mujer e hijos”, reencuentro que se produjo felizmente porque, afortunadamente, pudo regresar con vida a su casa, en aquel momento aún en Villovela de Esgueva.

Trabajó como modista y de panadera con su hermana Isabel, en Villovela, durante la época de la Guerra Civil. La panadería supuso un gran apoyo para sostener económicamente a la familia en aquellos tiempos tan complejos. Nieves habla de los años que pasó en su pueblo natal como “complicados, donde se pasaba mal en general porque no había de nada y la gente sufría mucho”.

Nieves Casado, de joven / Imagen facilitada

La longevidad de Nieves contrasta con el pronto fallecimiento de su marido Jaime, que falleció fruto de una enfermedad cuando la familia estaba asentada en Fuentespina. Con 53 años, se quedó viuda y compatibilizó el duelo de una pérdida tan importante en su vida con el reto de tener que velar por el bienestar de sus seis hijos a los que tenía que sacar adelante.

Tras el fallecimiento de su marido, Nieves decidió salir de Fuentespina y emprender una nueva vida en Aranda de Duero, donde actualmente vive feliz rodeada de una familia maravillosa en la que ella ha ejercido un matriarcado afianzado en valores como “el tesón, la constancia, el trabajo y el sacrificio para alcanzar cualquier objetivo”. Nieves optó por emprender un negocio en aquel Aranda de los años 60 y estableció un taller de confección que dio estabilidad en la economía familiar.

Quienes conocen a Nieves se refieren a ella como una mujer “honesta y buena persona, alguien que siempre ha hecho gala de un gran sentido del humor”, y es que su simpatía ha marcado de forma determinante una personalidad arrolladora, mostrando a una persona con muchas ganas de vivir y superar retos. Persona de paciencia infinita y prudente, siempre ha tenido la capacidad de encontrar las palabras adecuadas para saber enfrentarse a cualquier situación o dar el consejo apropiado en la educación de sus seis hijos primero y después ayudando en la de sus siete nietos y otros tantos biznietos. Una mujer adorable y adorada.

Entre sus aficiones figuraban el ganchillo, cocinar, coser, el cuidado de las plantas (es lo único que la hacía enfadar si alguien le rompía lo que con tanto cuidado mimaba)…pero sobre todo, fue un punto de apoyo para toda su familia. Lo fue y lo sigue siendo porque su luz ha dejado un rastro muy profundo en toda su familia.

Hasta sus últimos días, esta fuerza de la Naturaleza ha vivido tranquila, dando sus paseos, disfrutando de la compañía de las personas que la ha querido y que la admiran incluso más ahora, y a la que tiene en su recuerdo por la ternura y el amor que les ha dado durante tantos años.

Más de un siglo cargado de acontecimientos históricos. Muchos dramáticos, pero también, echando la vista atrás, Nieves ha sido testigo de avances tecnológicos de gran magnitud como la generalización de la electricidad, la aparición de la radio y la televisión, el agua corriente, automóvil, el avión, la electrónica, la mecanización de la agricultura, la llegada de los ordenadores, la informática e internet, el teléfono. Y a nivel científico el contraste para ella es de una dimensión inclasificable con la llegada de la penicilina y antibióticos o el gran desarrollo de la genética. Hasta 109 años en los que se escribían grandes páginas de la historia mundial a la par que Nieves Casado construía la propia adaptándose a los tiempos y las circunstancias.

Su legado es el cariño y la ternura con la que su familia pone en valor la figura de una matriarca a la que querían sorprender en agosto con una celebración por su 110 cumpleaños. No podrá ser, pero su obra es la de haber transmitido una forma de vivir y de educar en valores.

 
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