No es un comentario, es un protocolo
Tengo que incluir protocolariamente algún toque de autocrítica, un rasgo de humanidad que favorecerá la cercanía

"La línea roja" de Matías Vallés (10/04/20)
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Palma
Cualquier forma de comunicación y de actuación debe ceñirse al formato de un protocolo.
Estos protocolos de los que nadie hablaba hace unos años componen el escudo para arruinar la iniciativa humana, y también para defenderse de pleitos.
Si sigues el protocolo, tu trabajo no tendrá ningún valor, pero tampoco te meterás en líos.
Les confirmo por tanto que esto no es un comentario, es un protocolo.
Empiezo con el saludo protocolario, y ese “buenos días” en que ustedes apenas reparan no solo cumple la misión fundamental de dar un margen de unos segundos a los rezagados, también inscribe un cierto tono de superioridad de quien les habla.
No me lo invento, lo exigen los protocolos.
A continuación, rebajo el tono con la familiaridad suficiente para granjearme su simpatía, el protocolo me lo ordena.
Tengo que incluir protocolariamente algún toque de autocrítica, un rasgo de humanidad que favorecerá la cercanía.
Y el protocolo demanda una finta final para dejarles en vilo.
Hoy no se me ocurre ninguna, por lo que me limitaré a esperar que ustedes también sigan a rajatabla el protocolo del oyente.




