'Un rayo de luz'

Algeciras

Qué les voy a contar que todos ustedes no sepan. Estas últimas semanas no hay nada más que coronavirus, confinamiento, parón económico, futura crisis que a todos nos va a pillar, futuro incierto. Nunca como en estos momentos, como en todas las situaciones de crisis, se necesitan líderes que asuman su responsabilidad y den un paso al frente. Y sociedades que asuman la suya, comportándose de forma responsable y solidaria.

Ayer, Bill Gates, el fundador de Microsoft, escribía un artículo en 'El País' en el que ponía el dedo en la necesidad de invertir en investigación y en señalar que las pandemias no entienden de fronteras y que los seres humanos estamos conectados biológicamente por una red de gérmenes microscópicos que vinculan la salud de una persona a la de todas las demás del planeta. Ayudar a otros, aunque estén muy lejos y más si están cerca, decía Bill Gates, no solo es correcto, sino que es inteligente.

Ojalá salgamos de esta con alguna lección aprendida y podamos acordarnos de cuando nos azotó la pandemia. A quienes tienen la responsabilidad de liderar los vamos a valorar por cómo se comporten en estos momentos y por cómo nos animen o nos desmoralicen.

Para no hablar de los últimos, quisiera poner en valor a alguien que, en esta ocasión, y en mi modesta opinión, sobresale por insuflar ánimo y gestión a sus conciudadanos. No es todavía momento de valorar una gestión cuando aún esto no ha empezado ni siquiera a enfilar el camino de salida, pero ha habido un momento, un discurso, que me ha llamado la atención. No quiero utilizar la expresión sin que sirva de precedente, porque a lo mejor sí que sienta precedente.

Me refiero al mensaje que dirigió a sus conciudadanos el ministro principal de Gibraltar con motivo de la Pascua. Me pareció motivador, neutral, empático, agradecido e inspirador. Lo he leído varias veces y es un discurso que he echado en falta estos días a este lado de la verja. Se mostró apesadumbrado por las decisiones que ha debido adoptar y aseguró que no las mantendría ni un minuto más de lo necesario, pero tampoco ni un minuto menos. Agradeció el apoyo de la oposición y de su Parlamento. Alabó el espíritu de sacrificio de sus conciudadanos y les dijo sin tapujos que la vida iba a cambiar radicalmente en el futuro y que ya no se podrían reclamar derechos sin asumir a la vez obligaciones, que se impondrá el trabajo por el bien común antes que por el individual y pidió a sus conciudadanos que asumieran su parte de responsabilidad para salir de esta situación.

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Lo dicho, un rayo de luz en estas semanas de niebla oscura.