Nuestra extraña distancia
Menos mal que las pantallas rompen la lejanía y nos conectan con el mundo. A Raquel con su madre, a las mamás que dan a luz con su hijos y a los pacientes con la vida

Reparto de mascarillas en el metro. / JUAN MEDINA (REUTERS)

Madrid
Casi un mes de confinamiento y ya hay distancias que pesan. Está ese metro y medio de distancia que mantenemos cuando vamos al supermercado. O esa lejanía, a veces kilométrica, de no poder abrazar a nuestra familia y a nuestros amigos. Menos mal que hay distancias que podemos acortar cuando, a través de un móvil vemos, sentimos, la vida.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Las Buenas Historias (Hora 14 Madrid) - Nuestra extraña distancia
Raquel ha roto el mes de distancia que tenía con su madre, que está ingresada por coronavirus. La ha visto, y eso, eso para ella es todo lo que importa. Y hay distancias también que rompe la vida, esa que acaba de florecer. Hay mamás ingresadas que han podido ver el rostro de sus hijos recién nacidos. Este virus no puede parar el amor de una madre por su hijo. Gracias al trabajo de Iván cada día la distancia con la muerte se mantiene, y más pacientes pueden volver sanos y salvos a sus casas.
En este festivo extraño que nos toca vivir quizá debemos olvidarnos de esas distancias que nos duelen, y mirar todo aquello que sigue ahí, a nuestro alrededor: las pequeñas cosas que a veces no vemos, pero están, y son un halo de esperanza.




