Un escritor atrapado en el pueblo

Zamora

En la búsqueda de historias del coronavirus, supimos de un escritor que quedó atrapado por el Estado de Alarma en San Ciprián de Hermisende, su pueblo, mientras su esposa quedó en Santiago de Compostela.

Vaya por delante que no es un escritor especialmente prolífico. Y seguramente es más conocido en Galicia que en su propia tierra. Pero Javier López Rodríguez, a todos los efectos, es un periodista y escritor zamorano. Un zamorano de San Ciprián de Hermisende que, tras empezar a ejercer su profesión en Zamora allá por los años 80 del pasado siglo, acabó en Galicia e inmerso de lleno en las letras galegas.

Empezó escribiendo cuentos, como “El Niño que mató a Dios”, y acabó con un relato de un breve episodio en plena Guerra Civil, “Amigo Miedo”, hasta ahora su última publicación conocida. Y hasta su casa de San Ciprián fuimos para conocer cómo fue eso de quedar atrapado en el pueblo, con su esposa en Galicia.

Nos recibe a la puerta de su casa y nos dice que esta situación de aislamiento en San Ciprián no tiene importancia porque, razona, está prejubilado desde hace un par de años y ya está acostumbrado a pasar largas temporadas sólo en la aldea.

Para un escritor, el aislamiento provocado por el coronavirus parece una situación aparentemente propicia para sacar ideas y nuevos relatos. A algo le anda dando vueltas, confiesa, porque la situación que ha provocado el coronavirus sugiere historias y reflexiones, pero añade que el tiempo también lo llena con las pequeñas cosas diarias de la vida rural, como hacer acopio de leña para llevar los todavía frescos días de primavera en el extremo noroccidental de Zamora. En ese vértice en el que confluyen Galicia, Portugal y Zamora.

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Tiene, pues, tiempo para la faena, para pensar, para escribir y, también, para leer. Y ahí confiesa que está leyendo “Bazar”, lo último de Emilio Gavilanes, otro escritor de la tierra (de Muelas de los Caballeros, en la Carballeda, y familia de nuestro añorado Carlos Llamas).

Finalmente, en estos días de confusión que toca vivir, reconoce que ha lidiado con alguna crítica en redes por aquello de los de fuera que llegan al pueblo. Algo que lo lleva a reflexionar sobre lo que llama el otro virus: el del miedo.