Aprobado general
La Firma de Guillermo Granja
"Aprobado general", la Firma de Guillermo Granja
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Palencia
Desde el 16 de marzo las actividades educativas presenciales están suspendidas y, en tiempo record, el alumnado y el profesorado se ha adaptado a la formación vía internet. En este tiempo he podido constatar, en la distancia, que los docentes estamos utilizando de manera diversa las herramientas informáticas de las que disponemos, con tal de poder hacer llegar a nuestros pupilos la mejor formación posible. En general, lo estamos haciendo partiendo de nuestros escasos conocimientos previos, lo que nos está suponiendo un esfuerzo de adaptación notable.
Este sistema no me parece el más apropiado para transmitir los conocimientos establecidos para cada asignatura y cada curso, ya que se pierde una parte fundamental del trabajo educativo, el contacto. En el desarrollo de la clase, desde la posición que ocupa el profesor, se puede apreciar quién está atento y quién no, se pueden corregir actitudes, se transmiten valores y normas, se aprecia cuál es nivel de partida de cada uno y el logro conseguido, etc. Por el contrario, las clases online son frías y nos transmiten pocos elementos subjetivos que nos ayuden a modificar nuestra actividad docente diaria y a evaluarla.
A pesar de ello, la herramienta informática que tenemos en Castilla y León a nuestra disposición nos informa de algunos datos sobre el trabajo diario de nuestro alumnado. La verdad es que se reproducen al milímetro el papel que cada uno tiene en las clases presenciales. Están los ávidos en adquirir conocimientos, los que siguen unas pautas de estudio más o menos uniformes, los que lo dejan todo para el último día y los que directamente objetan y no hacen el más mínimo esfuerzo.
Esta situación es la base para decir claramente que NO a la propuesta del Sindicato de Estudiantes de que este curso finalice con un aprobado general. A mi entender, es una de las propuestas más injustas que he oído nunca, aunque la hayan adoptado en Italia, ya que supone tratar por igual a todo el alumnado cuando su comportamiento a lo largo del resto del curso presencial y en este periodo de alarma no ha sido el mismo.
Si, en el ámbito de la educación, diéramos el mismo premio a todos significaría que no tendría sentido dar el máximo de uno en nuestro quehacer diario, lo que provocaría, en un futuro inmediato, la desmotivación en las personas y llevaría a una sociedad sin rumbo. Otro ejemplo, en el ámbito deportivo supondría que todos los deportistas fuesen los primeros en la meta, que es tanto como decir los últimos.
Lo curioso es comprobar, por ejemplo, cómo en estos días se nos llena la boca diciendo lo excelentes que son nuestros profesionales sanitarios, pero se nos olvida que para llegar ahí han tenido que dedicar mucho tiempo y esfuerzo para lograr tener la mejor formación posible, o sea se han esforzado en sus estudios hasta límites insospechados.