'Cuestión de perspectivas'
Estos días son días de confinamiento. Son días de azoteas. Quién tiene un perro, una terraza, un jardín o una azotea como en mi caso
La Firma de Shus Terán: 'Cuestión de perspectivas'
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Tarifa
Con la venia Juanma,
Desde hace más de un mes veo la vida desde un punto de vista diferente.
Quizás no me había parado a pensar cómo se nos va la vida y lo cambiante que puede ser de la noche a la mañana.
Estos días son días de confinamiento. Son días de azoteas. Quién tiene un perro, una terraza, un jardín o una azotea como en mi caso… es un privilegiado. Desde mi azotea he descubierto cosas aparentemente insignificantes, que no dejan de ser grandes e irrepetibles momentos de nuestras vidas.
Desde mi azotea se divisa la punta más meridional de Europa. África nos saluda desde el otro lado del Estrecho y me asalta la duda por cómo estarán viviendo la pandemia en la otra orilla.
Mi azotea ha sustituido la vida dinámica y a pie de adoquín, por otra más pausada y contemplativa. Desde mi ‘ventana discreta’ me cuelo en cada casa cercana por sus ventanas, balcones y azoteas.
Desde mi balcón puedo ver a mi vecina Macu haciendo la comida para su gente. Adivino el lastimero llanto de una pena que no me interesa conocer, pero que espero se alivie. Diviso a mis amigos Salvi y Trivi hacen bicicleta en su terraza, mientras Lucía y Noa se sientan en la mesa que tanto hemos compartidos. Un ladrido me mira receloso después de mi impuesta sesión de deporte. Y escucho el pasear de algún vecino para el que el confinamiento, es salir demasiadas veces, pero con una máscara puesta.
La música lejana que cada tarde me trae el levante ha pasado de marchas procesionales durante la pasada Semana Santa al chumba-chumba.
En los rascacielos de ‘Las torretas’, adivino un brazo hermano y una clara calva de mi colega Joselu.
Y las risas de mi sobrina Lola, sus saltos, se antojan cercanos tras las paredes de su vecina casa.
Abajo, los virtuosos acordes de Trini se hacen Santísima música entre olor a canela y cardamomo que en la puerta me deja Agüeda Pura.
La barriada ’28 de Febrero’ parece 13 Rue del Percebe cuando el sol se retira y deja paso a aplausos cada vez menos entusiastas, cada vez menos sonoros. Y apoyada en los balcones se tiende una vecindad tan lejana como cercana, que durante este encierro me ha mostrado su ropero de pijamas y batines.
Una terraza de la calle Braille, me regala el beso cercano de un distante saludo de mi prima Mariluz mientras su hijo Fernandito, aplaude a las coloridas sirenas cuyos cánticos hubiera inspirado a José Hierro, esperando el regreso de su mami y saludar lo antes posible a la luz de Marina que clareará su arcoíris.
En aquella azotea dos siluetas se separan dos metros en un continuo recorrido. En otra, alguien apaliza un saco de boxeo. Más allá hay una chica que practica yoga.
Y así se pasan las horas, los días, las semanas. Mirando, observando siluetas y formas que en la cercanía o en la distancia, esconden distintas vidas. Mundos diferentes. Es entonces cuando pienso que la vida, sus formas de vivirla y entenderla, no es sino una mera cuestión de perspectivas. ¡Salud paisanos!