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Coronavirus Covid-19

Aislamiento más allá del coronavirus

En Faramontanos de la Sierra, uno de sus 17 vecinos, Rosario, habla de un aislamiento real: "no nos podemos contagiar porque no nos vemos los cuatro vecinos que estamos"

Rosario, vecina de Faramontanos de la Sierra, entrando en su casa / CADENA SER

Espadañedo

Faramontanos de la Sierra, anejo de Espadañedo, es otro de esos núcleos de población de la provincia con muy poca población (17 vecinos ahora) y donde la carretera no te lleva más allá. Ahí acaba todo, después de recorrer unos 2 kilómetros escasos desde Espadañedo.

Fue una visita que coincidió con la llegada de una tormenta y posterior granizada. Un fenómeno meteorológico que pilló a dos mujeres acabando de tender la ropa en un solar cercano a su vivienda, casi en la entrada del pueblo. Ambas tuvieron que recoger de prisa la ropa tendida y meterse corriendo en casa con la lluvia arreciando.

Entrada a la localidad de Faramontanos de la Sierra / CADENA SER

Son madre e hija e inicialmente eran remisas a hablar. Luego, salvada la ropa y con la tormenta cumpliendo su papel Rosario, la madre (yo creo que por algo de lástima y también hospitalidad de buena gente, viéndome en la calle con el paraguas y el reportaje echado a perder), accede a contarnos algo de su vida, de lo que hacen en Faramontanos de la Sierra.

Bajo un pequeño portal anexo a su vivienda, Rosario nos cuenta que todos los días hacen más o menos lo mismo: las cosas de casa y poco más. Los suministros ambulantes, como el panadero o similares, pasan regularmente, aunque se apañan con la despensa propia, con la matanza, y apenas, recuerda, han tenido que salir más que a comprar medicamentos un día.

Luego hablamos del aislamiento de esos pueblos, porque antes del coronavirus ya estaban aislados. “Aislados ya estábamos. Antes del coronavirus salías por el pueblo y no encontrabas a nadie. Y ahora es lo mismo. No nos podernos ni contagiar porque no nos vemos los 4 vecinos que estamos”, reflexiona Rosario.

En Faramontanos de la Sierra, además de estar aislados, se sienten aislados. Rosario considera que su ayuntamiento no se preocupa nada de ellos. “Aquí los de casa nos animamos entre nosotros”.

También reclama a los políticos que tengan unidad frente al problema de todo el Estado y no miren sólo sus intereses. Y se queja de que a ellos nadie les lleve mascarillas. “Somos la última mierda”, explota.

En la conversación, no obstante, hay un momento en el que Rosario se emociona y se le quiebra algo la voz, cuando le preguntamos por la familia… Una de sus hijas es enfermera en Madrid. La otra, universitaria en León, está con ella en el pueblo y da por perdido el curso.

Rosario nos dice que espera que su hija universitaria, con la que acaba de recoger la ropa, pueda tener, con sus estudios, mejor vida que ella.

Le preguntamos por la España Vaciada y reflexiona lo que significa eso: ella, con 50 años, aunque quisiera montar una pequeña empresa, no encontraría ayudas. De modo que en Faramontanos de la Sierra, concluye, o ponen unas vacas o unas ovejas… o nada.

Terminamos la conversación, mientras sigue lloviendo y empieza a caer alguna piedra de granizo. Pese a ello, subimos hasta la plaza donde está la iglesia, que tiene su encanto, por si encontramos a alguien más. Pero las condiciones no son propicias. El pedrisco empieza a arreciar y aconseja la retirada. Vuelta sobre nuestros pasos. Porque Faramontanos de la Sierra, como muchos de los lugares que hemos visitado o vamos a visitar estos días, no lleva a ninguna otra parte.

Aislamiento más allá del coronavirus

05:25

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