Sociedad
LA FIRMA CON NAZARENA BALAGUER 22/04/2020

De arco iris y certezas

Hoy es el día en que cumplimos oficialmente la cuarentena y por increíble que parezca, en un mundo tan poco seguro como el de ahora hemos aprendido algunas, muy pocas certezas

Nazarena Balaguer. / Radio Cartagena SER

Cartagena

Hoy es el día en que cumplimos oficialmente la cuarentena y por increíble que parezca, en un mundo tan poco seguro como el de ahora hemos aprendido algunas, muy pocas certezas. Lo mejor y lo peor del ser humano sale a flote en los estados de emergencia. Eso, por enchufados del primer mundo, lo sabíamos sólo por las catástrofes y guerras. Siempre de lejos, por las noticias, o la prensa. También hay quien sabe de qué barro estamos hechos si ha vuelto no demasiado chamuscado del infierno, después de vivir alguna oscura experiencia personal.

Otra certeza es que estamos rodeados de vecinos que saben más que los científicos. Ayer opinaban en los bares y ahora desde el cómodo sofá. Entre la ignorancia y el delirio, envalentonados por el griterío de fuera, ya no hay cuñados que les valgan. Saben más que Darwin o Madame Curie, sus argumentos son más brillantes que los de Ramón y Cajal. El domingo, una limpiadora de un centro de mayores me explicó cómo acabar en tres semanas con la pandemia, y le animé a que lo publicara. A lo mejor este mundo enfermo está cambiando tanto que los cuñadísimos sí saben y los que somos ignorantes no tendremos capacidades suficientes para sobrevivir a la extinción.

Hay mucha buena gente silenciosa. La bondad activa las mejores partes del cerebro, pero algunos no quieren saberlo. Ser bueno no precisa horario, y algunos solo tienen tiempo para defender su dignidad y su pan. La carta de esa cajera de supermercado a los vecinos de su edificio que la quieren echar de casa por miedo al contagio, merece ser conservada y leída en los colegios, como ejemplo de valentía y de decencia. Tengo para mí, y esto se parece a una certeza, que esos vecinos con las manos sucias de escupir veneno aplaudirán en su balcón, adornadito con bandera. También supongo que su hijo de diez años, no olvidará nunca esta lección. Esto, que ha pasado en Cartagena, ocurre en todo el mundo. Aunque el gesto humano sea invisible, al final será lo que pervive. Lo mejor de todo es que la posverdad, tan pervertida y tóxica, ya no interesa. Ahora que se descubre tanto profeta apocalíptico y chalado, como los domingueros con atril plegable de Central Park, a los ultras mediáticos se les está cayendo la careta. Sin discurso, soluciones y con patéticos golpitos de estado intermitentes a lo patria bananera, se están quedando solos con su odio, envenenando con sus crespones negros y su luto impostado la tormenta. Esta es la ocasión para que, ya que se les está derritiendo el chiringuito, se vayan marcando el paso de la oca del planeta, es sólo una invitación amable, pero por qué no, también otra certeza. Este virus con corona nos iguala a todos, a millonetis, a los que están en casa, a los que van a recoger la fresa. Hagan un favor y, si van a seguir sin trabajar, no vuelvan. Ayer vimos desde nuestro encierro un maravilloso arco iris doble en nuestro cielo. Esto, además de ser una señal, es la más prometedora de todas las certezas.

LA FIRMA CON NAZARENA BALAGUER 22/04/2020

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