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La soledad del tanatorio

La Firma de Pedro Brouilhet

"La soledad del tanatorio", la Firma de Pedro Brouihet

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Palencia

Esta semana he tenido que acompañar en el tanatorio a cuatro familias que habían perdido a sus seres queridos. Tres familiares, un profesional de la empresa y yo éramos los que estábamos en la despedida de un ser humano. Es lo que marca la ley y lo que todos tenemos que cumplir.

En algún caso, ni todos los hijos podían estar en la incineración de su padre. Es inhumano que una esposa no pueda estar tiempo para despedir a su esposo con el que ha estado casado más de 50 años.

Soledad, frialdad, desazón, tristeza, rabia, impotencia... son algunos de los sentimientos que brotaban de mi corazón. Tenía la sensación que despedíamos a alguien que había cometido la mayor atrocidad del mundo.

Ni la profesionalidad de los trabajadores de los dos Tanatorios que hay en la ciudad, ni mis palabras, podían impedir el clima de soledad que vivían las familias.

Me parece triste no poder abrazar, tocar, charlar, llorar, recordar, escuchar, conocer... a esas personas que despedían a su padre, madre, amiga. En uno de los casos la familia se encontraba en Madrid y la despedida fue por video-conferencia.

Cuando salía de los Tanatorios me invadía la tristeza. Me intentaba poner en la piel de esas familias. Van a necesitar tiempo para interiorizar esta experiencia horrible que les ha tocado vivir.

Ninguna de las despedidas era por consecuencia del maldito Coronavirus. Podemos sumar las más de 20.000 personas que han fallecido por esta pandemia, a las personas que han fallecido por otras causas, para descubrir el drama que está viviendo nuestra sociedad estos días.

Por eso, creo que es bueno rebajar cualquier clima de optimismo que a veces aparece en nuestros representantes políticos. Los fallecidos durante estas semanas son sólo de sus familias. Nadie, absolutamente nadie, puede hacerse sus portavoces, defensores, abanderados o sus intérpretes.

Cuando esto pase despediremos como se merecen a muchas personas, vecinos, amigos, compañeros... Cuando nos dejen las autoridades sanitarias no vamos a parar de abrazarnos. Nos tocaremos con fuerzas, sentiremos el calor humano, hablaremos cara a cara sin mirar el reloj, tomaremos cafés interminables, recordaremos a los que se fueron...

Ahora es necesario que nuestras administraciones pongan al servicio de las personas que han perdido a sus seres queridosdurante estos días a psicólogos, especialistas, que escuchen, consuelen, ayuden a pasar al duelo... Muchas personas comienzan a somatizar esta situación, otras no pueden expresar porque tienen que mantener el tipo e sus hogares, muchas familias no pueden juntarse ni para abrazarse, recordar, llorar... A muchos creyentes les falta su despedida en su parroquia.

Detrás de cada despedida hay una tragedia que la sociedad tiene que acompañar y humanizar. Por supuesto que quiero ser optimista ante el futuro. Miro el horizonte con esperanza y realismo. Pero sin olvidar a los que se fueron y a tantas familias rotas por la muerte de sus seres queridos. No se pueden convertir en simples cifras, sin rostro e historia. Si lo hacemos, dejaremos de ser personas.

 
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