Mascarillas solidarias que unen vidas

Valencia

Un día antes de que se decretara el estado de alarma por el coronavirus, Isa Pérez Campoy decidió bajar la persiana de su academia de costura, El Telar de Isa. Sus 75 aprendices se quedaron sin clases presenciales, pero no por ello sin trabajo. Una de sus alumnas, que trabaja en un supermercado, pidió ayuda a Isa para confeccionar mascarillas para sus compañeros, cuando encontrar material sanitario aún era tarea imposible. Hoy, han creado una red de producción y reparto de mascarillas caseras en la que participan todas las compañeras de la academia y que ha llegado a muchísimos colectivos, asociaciones y pequeñas empresas.

Lo que para Isa era prestar ayuda a una de sus alumnas, pronto se convirtió en una cadena de solidaridad a la que se unieron todas las compañeras de la academia. Al principio confeccionaron algunas mascarillas para un supermercado, con las telas y materiales con las que contaba cada una. Pero la cosa creció, se corrió la voz. Otros supermercados también pidieron mascarillas.

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Cada una de las compañeras conocía casos concretos de asociaciones, colectivos o pequeñas empresas que tenían la necesidad de contar con estos productos, pero que era imposible conseguir en farmacias u otros establecimientos. Con el paso de las semanas, ya eran residencias, policías locales, trabajadores de protección civil... La Universitat de València también hizo un pedido para proveer de mascarillas a centros de menores. E incluso una de las alumnas hizo llegar algunas a un centro de refugiados.

Lo que era un centenar de mascarillas fue multiplicándose, y ya han superado las 15.000 mascarillas repartidas, más todas las que siguen en cola para ser confeccionadas. Todas hechas a mano, desde la casa de cada compañera, con los medios de los que dispone cada una, y con el tiempo que cada una tiene. Para Isa, la red de solidaridad que se está tejiendo entre la ciudadanía es la mejor fórmula para salir de esta situación.

Tras la avalancha de peticiones, El Telar de Isa decidió poner en marcha un crowdfunding, una recolecta de dinero por Internet, para poder seguir comprando el material necesario para confeccionar las mascarillas. Isa cuenta que empezó el proyecto siendo una humilde hormiga, y que terminará de la misma forma. Por ello asegura que cuando todo acabe, el dinero que sobre lo destinarán a una investigación médica.

Cada vez que Isa cuenta su historia, no puede evitar emocionarse. Se siente agradecida por la solidaridad de todas sus alumnas, y por el afecto y el carió que muestran todos aquellos que acuden a ellas para conseguir mascarillas. Se siente profundamente orgullosa del trabajo que están haciendo sus chicas. Y cuenta que ni siquiera se conocen entre ellas más allá delgrupo de Whatsapp que tienen para organizar todo el proyecto. Mientras siguen confeccionando mascarillas, esperan al día en que todo esto acabe y puedan todas conocerse y abrazarse. Para Isa, todo el aprendizaje que surgirá de este "confinamiento tan diferente" será el mejor regalo que podrá recibir. Y el eterno agradecimiento de tantas personas a las que, con un pequeño gesto y mucha ilusión, están ayudando durante esta cuarentena.

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