¿Necesitamos que nos den tantos ánimos?

Palma

Todos hemos experimentado el subidón de energía cuando una persona inesperada nos anima a conseguir una meta, y demuestra una confianza en nosotros que no esperábamos de ella, ni tampoco teníamos depositada en nosotros mismos.

Si nos animan dos personas, pueden aplicar lo dicho hasta ahora.

Sin embargo, cuando empiezan a darnos ánimos tres, treinta y trescientas personas, nos damos cuenta de que en realidad no creen en nuestran posibilidades.

Se limitan a compadecerse de nosotros y a tratarnos como seres desvalidos y derrotados, necesitados de caridad.

Así que si me preguntan:

¿Necesitamos ahora que nos den tantos ánimos?

Responderé que solo en su justa medida, y desde luego que no con el nivel de saturación que alcanza la transformación de toda comunicación en un mensaje de autoayuda.

Quienes en realidad se apiadan de nosotros, nos resaltan nuestra condición de confinados y asustados.

Necesito que el comerciante me diga que “le voy a vender una nevera, le guste o no”.

No necesito que se lamente “ya sé que ahora no está para neveras, pero no se preocupe, sufra a gusto y ya volveré cuando le vea más animado”.

La nueva nevera es la nueva normalidad.

El día en que la compra de una nevera vuelva a preocuparnos más que un contagio, estaremos curados de pandemias.