'Turno para la reflexión'
Estos días inciertos, casi todos tenemos la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde que comenzó esta tragedia que nos devora
La Firma de Emy Luna: 'Turno para la reflexión'
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Algeciras
Estos días inciertos, casi todos tenemos la sensación de que ha pasado mucho tiempo desde que comenzó esta tragedia que nos devora. El ser humano mide el tiempo según los acontecimientos importantes que atraviesan su vida y también percibiendo el paso de las estaciones sobre nosotros. De todas, quizás la primavera sea la más vital y la que enciende nuestros sentidos con más facilidad. Sin embargo, esta primavera por las circunstancias que atravesamos tiene el poder nostálgico del otoño. Asomados al balcón, sentados en el sofá o intentando dormir, esta primavera nos toca reflexionar. Hacer balance. Confinados a la fuerza por el bien de todos, tenemos tranquilidad y tiempo de silencios para reajustarnos por dentro después del desatino que nos sacude desde fuera. Silencios tan necesarios para el ser humano como la actividad.
Es en esos silencios, en esos espacios vacíos de trabajo y horarios donde cada uno nos encontramos con nosotros mismos; donde surgen las dudas y las contradicciones, donde nos cuestionamos si nuestra vida es tal y como una vez quisimos que fuera, o si, simplemente, la hemos vivido sin percatarnos, dejándonos llevar. Pero sumergirse en estas aguas es de valientes. No es nada fácil encontrar la complacencia en este camino hacia dentro cuando somos sinceros con nosotros mismos. La reclusión y la distancia social que tanto nos duelen en estos momentos, nos regalan un tiempo para pensar extra. Un bonus en la máquina tragaperras del tiempo. Y echamos de menos a la familia, los amigos, pero sobre todo echamos en falta a la Naturaleza. Saber que es primavera sin sentir de cerca su brote en el campo abre una herida en lo más hondo de nosotros mismos. Este año veremos los atardeceres en la pantalla del móvil, a través de los cristales el cielo azul, desde el balcón escucharemos el trino de los pájaros y, los afortunados, veremos un trocito del mar desde alguna azotea. Ansiaremos aquello que tan a mano teníamos y de lo que ahora se nos priva. Y en medio de todo, nuestra conciencia nos juzgará para decirnos qué hemos hecho mal y de nosotros dependerá si compensaremos a las generaciones futuras de nuestros errores enmendándolos. Será un proceso doloroso, pero servirá para demostrarnos que aún queda algo bueno dentro de nosotros para ponerlo al servicio de la Naturaleza y, con ello, del bien común. Escuchémonos porque es probable que nunca antes los silencios nos dijeran tanto.