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LEVANTE UD - OPINIÓN

Quico Catalán, el valor de una nueva generación granota

La transformación del club granota bajo la presidencia de Catalán en estos últimos once años es tremendamente significativa en resultados deportivos, en datos económicos y en respuesta social

Evolución Levante 2009-2020www.radiovalencia.es

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El Levante ha querido rememorar durante estos últimos días el testarazo de Postigo ante el Real Oviedo y que supuso el último ascenso a Primera división, pero para los que llevamos muchos años siguiendo la causa granota, también guardamos en nuestra memoria momentazos como la interminable conducción de Lucas Vilar hacia la portería del Racing de Ferrol, la vaselina de Reggi con la voz quebrada de Manolo Preciado en Chapín o los golazos de Juanlu, Xisco Muñoz y Javi Guerra en una tarde para la gloria frente al CD Castellón.

Sin embargo, hay una efeméride que no quedará recogida entre las fechas trascendentes de este club y que para mi supuso un punto de inflexión en la feliz historia que el destino le tenía reservado al decano del futbol valenciano.

El 28 de abril de 2009 Quico Catalán accedía a la Dirección General del Levante para gestionar un club al borde de la disolución, con Jesús Serna como propietario accidental y al que los Administradores Concursales tuvieron que suspenderle las facultades por incapaz.

Quico Catalán Director General

Sinceramente, lo primero que interpreté con la llegada de Quico Catalán es que Vicente Andreu había elegido una cara amable del levantinismo para la irremediable transición hacia la refundación de un club que acumulaba una deuda monstruosa y que jamás podría llegar a pagar. Me equivoqué en todo.

La sociedad estaba para echar el cierre en pocas semanas, porque tenía que devolver 61 millones de euros en cinco años, con un estadio deteriorado como única garantía para que los acreedores eligieran entre susto o muerte, con un entrenador con poca experiencia como Luis García Plaza, una plantilla confeccionada con algunos canteranos, jugadores cedidos o repudiados en sus clubes, con Ballesteros como líder espiritual de reclutamiento y 3600 irreductibles en las gradas de Orriols. Dantesco.

Solo un iluso, un kamikaze o un optimista por naturaleza se embarcaría en un proyecto de esta naturaleza y con todo en su contra. Quico Catalán salió del despacho de Vicente Andreu convencido de que la marca Levante UD tenía un valor muy superior al de su deuda y que con trabajo, seriedad, paciencia y una dosis de suerte se podría soñar con un ascenso de categoría que revirtiera aquella dramática situación. Lo dicho, de locos.

Rápidamente se ganó la confianza de las instituciones, su discurso realista iba acompañado del rigor en los compromisos de pago y las entidades financieras empezaron a creer en un Levante modesto, austero, humilde pero fiable y que en otra demostración de ilusionismo enterraba el yunque de la adversidad para conquistar su propio futuro, sin dejar de honrar su pasado en el año del centenario y que obtuvo su premio con un retorno a Primera división que lo cambió todo.

VIcente Iborra

Ya era grande ser pequeño, a l´equip dels valencians le salieron estrellas en la camiseta con la que se paseó por Europa, sus capitanes fueron eternos para convertirse en leyenda y el club de los niños se transformó en la mayor cantera granota.

Todos ellos forman parte de una generación ganada para el mejor momento de la historia del Levante y que hoy impregna ese nuevo tejido social de la ciudad en la que cada vez se dibujan más sonrisas en blau y grana.

La remodelación integral del Ciutat de València y la construcción de la futura Ciudad Deportiva en Nazaret serán los lugares de culto que perdurarán en la memoria y en el tiempo, pero el mayor legado de Quico Catalán será la creación y el crecimiento de una nueva estirpe bulliciosa de niños y niñas, que durante la última década y en un dura competencia con iconos como Messi, Cristiano, Falcao, Neymar, Griezmann o Luis Suárez eligieron enfundarse en el patio del colegio una elástica de Iborra, de Keylor, de Morales o de Roger.

Abonados y dimensión el club 2020

Haber generado esa ilusión será su mejor recompensa. Provocar ese cosquilleo en los abonados infantiles que aguardan la llegada del fin de semana para acompañar a sus padres o a sus abuelos y disfrutar de su equipo, es algo que no se puede computar entre los múltiples balances que mueve la industria del fútbol, pero que ya empieza a tener su retorno. El valor de una nueva generación.

Fabricar una emoción desde el interior de un aula para convertirla con el paso de los años en un sentimiento de pertenencia, cuando tu primer regalo de cuna no fue una equipación del Levante, es mucho más complicado que vender a Jefferson Lerma por 30 millones de euros al Bournemouth.

Crecimiento de la marca Levante UD

Hoy esos adolescentes son los mejores prescriptores de una nueva estirpe granota que se siente orgullosa de su club, porque por fortuna sigue siendo suyo. Ese privilegio también lo salvaguardó de los dólares de Robert Sarver, un multimillonario americano que a los pocos meses se compró el Mallorca.

Ahora, contemplo las columnas que sustentarán la nueva cubierta abriendose paso en el cielo de Orriols y me cuesta reconocer al Levante de 2009. La mayoría de los actores de esa década dorada permanecen en la entidad, pero ha cambiado tanto el decorado que la nueva realidad está provocando una distorsión deportiva, económica y social.

Esa maravillosa convivencia de tres generaciones que comparten este momento tiene distintas derivadas, porque su visión histórica es diametralmente opuesta. Los más mayores se emocionan porque cada permanencia es un regalo de vida, los adultos aplauden la transformación y exigen el deseo constante de superación, mientras que los que crecieron con los goles de Caicedo, Koné y Martins tienen la mirada de un club acostumbrado a competir en Primera, se ha convertido en regular ganarle partidos al Real Madrid o al Barça y piensan que su equipo ya está preparado para volver a Europa. Son maneras de vivir el Levante desde distintos ángulos.

Documental 'Maneras de vivir' Fundación Levante UD

El fútbol no tiene memoria y en este instante en el que nuestra salud ha sido golpeada con tanta violencia que nos ha dejado sin Liga, nos ha obligado a alejarnos del estadio, nos ha arrebatado la pasión y nos ha secuestrado ese punto de evasión semanal, he pensado que sería un momento oportuno para ponderar la figura de un presidente que ha permitido, a través de una gestión con aciertos y errores, que hoy el Levante sea uno de los veinte clubes que conforman la mejor Liga del mundo, sea un equipo querido, respetado y fudamentalmente que sus abonados/accionistas se hayan ganado el derecho a decidir su propio destino. Quico, que no se extinga la llama.

José Manuel Alemán

Redactor de Deportes en Radio Valencia

 
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