'La defensa Chebwacca'
En estos días ha fallecido en los Estados Unidos de Norteamérica McNamara, un jugador ex NBA y exmadridista que alguna vez hizo de Chebwacca en la Guerra de las Galaxias
Algeciras
En estos días ha fallecido en los Estados Unidos de Norteamérica McNamara, un jugador ex NBA y exmadridista que alguna vez hizo de Chebwacca en la Guerra de las Galaxias aunque al final no apareciera ni en los créditos. Y este suceso me hizo recordar otra cuestión muy de la tierra de las hamburguesas que, como todo lo malo, hemos importado con el ansia viva de parecer cada día más carajotes o, en versión más cañí, más apollardaos.
Me refiero a la Defensa Chebwacca (llamada así por un episodio de la serie South Park), algo usado en la defensa, entre otros, de O.J. Simpson. El abogado de este tipejo comenzó a usar una sarta de argumentos que no tenía nada que ver con el caso ni con las circunstancias del asesinato de su esposa con la idea no de ganar el debate jurídico, sino de sembrar y sembrar dudas ante la incapacidad del ser humano para separar causas y consecuencias, la imposibilidad de contemplar dos sucesos independientes como independientes y la facilidad con la que nos dejamos enredar por el que chilla más alto, es menos educado en el discurso y consigue soltar más barbaridades en el convencimiento de que tarde o temprano el de enfrente va a intentar refutar, dialogar o demostrar...craso error. Son los primeros versículos de las Sagradas Escrituras de todo troll que se precie.
La idea es, primero, desprestigiar al rival, porque si le pillamos en algo, ya nada de lo que diga, en esa lógica perversa, es fiable. Del tipo:
La Firma de Paco Rebolo, "Larespuesta Chebwacca"
02:19
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"Eres un asesino" "
"Sí, pero tú tienes una multa de tráfico y no lo has dicho. Eres un mentiroso y estamos a la par".
Cosas de las equidistancias.
A partir de ahí todo es soltar datos sin relación con el tema a tratar para que se pierda el hilo argumental, adobar las intervenciones con insultos absurdos que, en el imaginario del que lo usa son válidos porque ha conseguido un público que desconoce el significado real del mismo, pero lo acepta como algo indescriptiblemente perverso y acaba resultando aún más grotesco por surrealista.
Luego, hay toda una batería de argumentos válidos pero inconexos con el tema a tratar, algún que otro "y tú más" o similar, varios falsos consensos ("todos me dan la razón, por algo será"), quizás un refrán elevado al nivel de verdad científica absoluta (tipo "cuando el río suena...") y la petición de demostración de negaciones (algo imposible por definición, del tipo "demuéstreme que no tienen armas de destrucción masiva") y sin duda la persona que está frente a quien siga esta terrible táctica estará perdida si es que antes no le ha estallado la cabeza.
Y perdido una vez más estoy yo y sin saber a qué punto quiero llegar, pero me da la impresión de que he descrito a una gran parte de presuntos políticos y a muchos "comunicadores" españoles así casi sin darme cuenta, como de soslayo.
Y es que lo importante, por lo visto, no es tener razón, sino que los demas crean que la tienes.