Un barco muy flamenco
Rafael Benítez Toledano
Un barco muy flamenco
01:40
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Jerez de la Frontera
El otro día recordaba, gracias al insigne plumilla palangana Don Félix Machuca, la putada involuntaria que le gasté a Nano de Jerez en Rota. Resulta que Cayetano se compró un piso de verano encima de Él Galeón, una cafetería que yo acababa de abrir en La Costilla de un amarillo mal fario absolutamente cegador, un gualda intenso absolutamente gachó hasta en los veladores de la terraza.
Lo que soltó por la boca aquel bomberito hasta que se acostumbró es de capítulo aparte; o eso, o no encontró quien le comprara el piso. Bueno, el caso es que, con el tiempo, aquel pequeño bar de un gachó revenío como servidor terminó convirtiéndose en parada y refugio de buena parte de los flamencos jerezanos de Rota. Bien afincados allí, bien en tránsito profesional.
Las noches de aquel galeón, primero en la cubierta y ya de madrugada en la sentina, se convirtieron en un cuarto de cabales cuya luz sólo se apagaba cuando entraba la limpiadora con la fregona y el malhumor.
Aparte del Nano y su familia, por allí pasaron con frecuencia casi diaria Manuel Moneo y sus hijos, los Agujetas-especialmente Diego- y los entonces muy jóvenes hijos de Rafael de Paula con el rubio de los Paquera. Un lujo en las ojeras que redondeé con las visitas esporádicas de Él Torta, Rubichi, Bambino y su gente de Utrera, el guitarrista Antonio Higuero y un pletórico Fernandito Terremoto.
Pues bien, con todo ese Máster intensivo en nudillos despellejados por la barra y cantes de pellizco en el escroto, yo únicamente podría escribir las memorias de un disfrutón. Jamás las de un entendido, mucho menos las de un sabio.