Marina Palacios: "Reino Unido tiene la tasa de mortalidad más alta de Europa pero la gente no es consciente"

Gijón

Marina Palacios es el ejemplo de asturiana emigrante. Hace algún tiempo decidió hacer las maletas e irse a Londres a ganarse la vida. Tras años de pelea y sacrificio, Marina trabaja en una plataforma de música en streaming, un sector en el que no han notado la crisis del coronavirus. "No sabemos si a la larga tendrá consecuencias negativas al no poder realizar reuniones pero, desde luego, no nos podemos quejar", explica en conversación con SER Gijón. Gijonesa de 29 años, sí reconoce que le preocupa más el teletrabajo. "Ya nos han advertido que podríamos irnos hasta octubre trabajando desde casa o lo que queda de año. Eso se empieza a hacer algo más duro".

¿Cómo está viviendo la pandemia? La imagen que observa en Londres es preocupante porque la realidad de los medios nada tiene que ver con lo que se está viviendo en la calle. "Tenemos la mortalidad más alta de toda Europa. Sin embargo, sales a la calle y no notas esa realidad porque ves mucha gente. Es cierto que estamos teniendo buen tiempo y sol y la medida del gobierno de dejarnos salir la parque una hora... Cuando uno lee noticias choca un poco".

Uno de los problemas a los que se enfrenta Reino Unido es el problema de material sanitario. Los primeros test han empezado a llegar pero Marina recuerda cómo "tardaron mucho tiempo en abastecer a los sanitarios. En el caso del ciudadano comprar mascarillas es bastante complicado ya que tienes algunas pero son las que menso protegen": La situación es tal que a Marina fue su familia la que le envió material desde España. "Encontrar alguna con flitro mayor es casi imposible, un pedido de Amazon tarda dos meses en llegar... Así que hablé con mi familia y mis padres consiguieron mandarme mascarillas".

Posible positivo

Por el trabajo que desarrolla no es rara la temporada en la que esta joven no viaja y, precisamente tras el retorno de un viaje laboral, sospecho que había pasado el COVID-19. "Estuve en Miami entre finales de febrero y principios de marzo. Cuando llegué a Londres no me encontraba muy bien aunque lo achaqué al aire acondicionado". Sin embargo, las cosas no fueron mejor al día siguiente. "Me levanté con fiebre y había perdido por completo el gusto y el olfato. Me preocupé pero en aquel momento en Inglaterra no asustaba tanto el virus ni pensábamos que acabaríamos confinados". Marina le restó importancia porque "la fiebre se fue y estuve siete días sin olfato ni gusto. A las dos semanas empecé a ver en las noticias que podía ser un síntoma y ser casi un paciente que había pasado por el cuadro más leve".

A más de 1.600 kilómetros de casa, el sueño de Marina es poder regresar a Gijón. "Es lo único en lo que pienso, poder ir a Asturias este verano y ver a mi familia". Eso sí, tomará precauciones. "Estoy pensando, si tengo la posibilidad, de hacerme un test lo antes posible para ver s lo he pasado, si he generado anticuerpos o si al llegar a España tendría que hacer aislamiento durante 14 días". 

Pese a su juventud, tiene claro que las cosas no van a volver a ser como antes. "Cada vez la gente se está acostumbrando a ir de dos en dos a los comercios o si te encuentras a alguien en la calle le saludad desde la distancia. La nueva normalidad asusta un poco", reflexiona aunque a la par trata de ser optimista e intentar ver luz al final del túnel. "Pensar que encontraremos una vacuna, una forma de convivir con este virus", finaliza. Marina camina hacia la terraza de casa mientras se despide. Aunque haya coronavirus, el sol londinense le espera.