Aquí no hay playa
El comentario de Marina Hernández en Hoy por Hoy Las Palmas
Las Palmas de Gran Canaria
2.500 kilómetros de playa que solo podemos ver desde nuestras ventanas, algunos ni eso. Qué tristeza y que desesperación. Algunos valientes se han atrevido estos días a pasear por la arena de alguna playa canaria, pero yo no puedo.
Recuerdo aquellos almuerzos de pequeña cerca de la costa donde mis padres me llevaban bien vestida y yo lo único que quería era tirarme al mar. ¿Les pasó alguna vez?
Ahora ya crecidita me sigue ocurriendo lo mismo. No paseo por Las Canteras de día si no tengo el bikini debajo. Me desconsuelo como cuando tenía 5 años.
El mar siempre ha sido el mayor exponente de libertad para nosotros y si solo puedo verlo pero no tocarlo prefiero dejarlo marchar como aquellos amores imposibles.
Tal es la relación de pasión de los canarios con nuestro océano que cuando no lo tenemos lo inventamos. Si, muchos lo llaman el síndrome del isleño. Mis amigos de Madrid, de cuando estudiaba periodismo, me llamaban loca porque era capaz de ver el mar en el templo de Debot, en el Parque del Oeste incluso en alguna callejuela cercana al rastro.
Era una jugada de la mente que me quitaba la angustia. Tenía que hacer mucho calor. Miraba al horizonte y de repente aparecía ese efecto tipo oasis. Era mi mar en pleno centro de la capital de España.
Nunca entendí a aquellos que me decían que cómo no nos agobiábamos al vivir rodeados de agua. Yo nunca entendí la vida sin tener el mar rodeandome la vida. Y más después de haber estado 5 años inventándomelo.
En fin, ya queda menos para volver a las playas. Ayer salí a mi terraza y me tiré un balde de agua por encima. ¿No lo han hecho todavía? Mano de santo.