Límites invisibles

Alcoi

Después de casi dos meses confinada en casa, no tengo ganas de seguir hablando del bicho, así que os voy a contar una historia que descubrí en la Caja de la Esperanza, un apasionante juego de las Redes Sociales.

La historia trata sobre un vencejo al que una familia tenía cautivo en una jaula. Un día, la hija decidió darle la libertad. Se acercó a la jaula, le quitó su techo y esperó a ver como su querido vencejo echaba a volar. Pero pasaron las horas y ni tan sólo lo intentó una vez. Finalmente, la hija lo cogió, lo sacó y lo lanzó al vacío. Y desde ese momento, el vencejo no dejó de volar.

La historia terminaba con esta frase: ¡Tengo que identificar mis techos, tengo que surcar mis propios cielos! Muchas veces no somos conscientes de que el techo ha desparecido. ¿Cuántos límites invisibles no nos dejan avanzar?

En ocasiones, tenemos suerte y una mano amiga nos da el empujón necesario para saltar, para avanzar. En otras ocasiones, si confiamos lo suficiente en nosotros mismos, somos capaces de lanzarnos sin ningún empujón.

Pero, la mayor parte de las veces, aunque nos quiten el techo, seguimos quietos, sin movernos. Nos hemos acomodado. Nos resulta más cómodo quejarnos, que buscar nuevos horizontes.

Si sois de los que, como yo, aún no vais a reincorporaros al trabajo, tenéis tiempo libre y ya no sabéis que más hacer, os recomiendo que juguéis a la Caja de la Esperanza. Se trata de un juego de lectura, interesante y muy entretenido, que ha ideado Gabriel Muñoz. Lo podéis encontrar en diversas Redes Sociales o en lacajadelaesperanza.com. Os aseguro que no os arrepentiréis.

Y no olvidéis identificar vuestros techos y surcar vuestros propios cielos.

Un abrazo y mil besos virtuales. Y no bajéis la guardia, que el bicho aún no ha desaparecido.