La incertidumbre envuelve al 'tercer sector' en Navarra
Un informe de la Fundación Caja Navarra identifica los daños y riesgos de la pandemia en el tejido asociativo
Pamplona
Un informe "realista, sin filtros y cercano". Así califica el director general de la Fundación Caja Navarra, Javier Fernández, el documento que ha elaborado esta entidad con el fin de diagnosticar el estado del llamado ‘tercer sector’ en Navarra, el tejido asociativo, y su afectación por la crisis originada a causa de la pandemia del Covid-19.
La encuesta ha sido respondida durante el periodo de confinamiento por 123 entidades que tienen o han tenido relación con la Fundación Caja Navarra. Además de los datos cuantitativos, el trabajo incluye también una serie de conclusiones obtenidas de una reunión en la que participaron plataformas de los sectores sociales, educativos y culturales.
UNA CRISIS INTEGRAL
El documento señala la incertidumbre, la falta de liquidez de las entidades (debida a la paralización de la actividad de muchas de ellas y la ausencia de ingresos) y la situación laboral global como grandes amenazas de esta situación, en la que, subrayan, un rebrote de la pandemia tendría consecuencias fatales para ellas. Es reseñable la capacidad de adaptación a esta situación que ha tenido el tejido asociativo y el esfuerzo realizado para mantener las plantillas, con un 63% de las entidades que ha tenido afectación laboral nula o poca en sus equipos de trabajo.
Las conclusiones también dejan una perspectiva de futuro, como refleja la cifra de un 52% de las asociaciones que creen que habrá una salida paulatina de esta situación, aunque fijan como cuestiones claves para conseguirlo la conciliación laboral, la formación y la capacidad de trabajar en red, colaborando con otras entidades.
Si se realiza un análisis sectorial, las entidades sociales entienden la necesidad de aprender de la crisis económica vivida en 2008 y evitar políticas públicas de recortes. Las entidades que trabajan con la discapacidad inciden en cuestiones como la accesibilidad universal y la perspectiva de género, así como una atención específica a la salud mental y a las secuelas físicas que haya podido generar el confinamiento en las personas con discapacidad.
En el ámbito de las personas mayores, se destaca la necesidad de replanteamiento de los modelos de intervención e, incluso, habitacionales. Y se plantea el reto de superar la realidad de la soledad y la brecha digital. Esta misma carencia tecnológica se aprecia en los colectivos más vulnerables dentro de esta situación, entre los que destacan las personas migrantes y las de etnia gitana. La necesidad de su inserción laboral se plantea como un gran objetivo actual.
La parálisis del sector cultural y su fragilidad en esta crisis plantean que las entidades culturales vean peligro de desaparición de continuar en esta situación y destaquen la dura situación laboral de muchas personas que trabajan en este ámbito. Genera una gran incertidumbre cual será la actitud del público una vez se reanude la actividad.