Sobre la crisis en Educación

Tenerife

La consejera de Educación, María José Guerra Palmero, anunció hace apenas un par de horas en estos micrófonos que ha presentado su dimisión a Ángel Víctor Torres, alegando razones personales. En realidad, el motivo de esta retirada que se veía venir ha sido evitar un probable cese en los próximos días, del que se hablaba en el entorno de Presidencia con cierta insistencia, prácticamente desde que fue cesada la consejera de Sanidad, María Teresa Cruz Oval, una decisión del presidente Torres sólo cuestionada en el Consejo de Gobierno por la propia Guerra Palmero. Desde aquella decisión, la confianza entre Torres y su catedrática de ética, una independiente próxima a Izquierda Unida, se había deteriorado, y la consejera parecía aquejada de cierto desinterés por los asuntos de su departamento. La desgana de Guerra Palmero por los asuntos de su consejería se hizo más patente según avanzaba la desescalada y Educación tuvo que enfrentarse a activar las medidas para recuperar la docencia presencial. Desde el principio se manifestó una clara división de criterios en la Consejería, entre quienes asumieron incorporar lo presencial en los cursos con cambios de etapa educativa, y quienes eran partidarios de mantener sólo la docencia virtual. Lo virtual no ha funcionado demasiado bien en Educación, con unos resultados muy desiguales, que han perjudicado especialmente a los niños y jóvenes de familias con menos ingresos, y con menor capacidad de adaptación a lo digital.

La decisión de la consejera de endosar la decisión de lo que había que hacer a los centros y profesores, y el rechazo general de padres, sindicatos y centros a ese ‘lavarse las manos’ a lo Poncio Pilato, precipitó ayer la dimisión del director general de Ordenación Educativa del Gobierno de Canarias, Gregorio Cabrera Déniz. El anuncio del abandono de Cabrera, conocido en redes sociales antes incluso de ser comunicado oficialmente, evidenció el caos y la división interna en la Consejería y ha provocado la caída de su ficha principal.

El presidente Torres tenía prevista una remodelación del Gobierno en los próximos días, para nombrar definitivamente al responsable de Sanidad, cuyas funciones desempeña interinamente Julio Pérez. Esa remodelación habría incluido a Guerra Palmero, por eso, lo que hizo la consejera es adelantarse al cese, y evitarse el martirio de unas semanas machacada en los medios. Ahora, Torres debe acelerar los cambios: Educación no puede seguir instalada en este absoluto descontrol.