Sobre la dimisión de la consejera de Educación

Santa Cruz de Tenerife

La dimisión de la consejera de Educación, María José Guerra Palmero, es el segundo fracaso de una consejería social en un Gobierno que nació con el compromiso explícito de centrarse específicamente en las políticas sociales. Torres tenía prevista una próxima remodelación del Gobierno y se esperaba que en ella se habría incluido a Guerra Palmero, arrastrada por una serie de decisiones en cascada que ni ella ni nadie quería afrontar: el Gobierno de Sánchez se lavó las manos en el asunto de la reapertura de centros y pasó la pelota a los gobiernos regionales. Pero la Consejería también se lavó las manos y pasó el asunto a los colegios. Con la enfermedad aún circulando por ahí, lo que parece que tiene claro todo el mundo es que lo mejor es lavarse mucho las manos. Aunque a Guerra Palmero estas abluciones le hayan costado el puesto.

Supongo que a ella le da igual: es funcionaria, y no una enchufada de ningún partido, no necesita de su sueldo de consejera para vivir. En una situación de confusión política, radicalización y grandes contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace, con una parte de los funcionarios instalados en la resistencia a volver a las clases presenciales, los sindicatos asirocados, los padres hartos de niños en casa y la acción de gobierno convertida en un camino de espinas, era previsible que la consejera moviera ficha antes de que lo hiciera el presidente Torres.

Ahora es Torres quien debe coger el toro por los cuernos: la sustitución provisional de Guerra Palmero por el también consejero Valbuena no resuelve más que el problema de los equilibrios territoriales en el PSOE. Torres sigue con la misma receta que colocó a Julio Pérez al frente de Sanidad. Que el sustituto de una consejera tinerfeña sea de Tenerife. Pero eso no cambia los hechos: que los nombramientos de Torres en Sanidad y Educación no han funcionado, y que el ADN del Pacto de las flores, basado en cambiar las políticas sanitarias, educativas y sociales de 25 años de Coalición Canaria, se desdibujan y resquebrajan.