Cuando cae la noche

Córdoba

Unas veces porque así estaba previsto, y otras porque la oscuridad se les ha echado encima antes de tiempo, nuestra pareja de aventureros sabe bien lo que es dormir a la intemperie.

A la puerta de un cementerio

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José Juan Luque confiesa que su primera experiencia durmiendo al raso la tuvo el año pasado. Desde entonces ha probado a dormir bajo las estrellas en la montaña y también junto al mar, en Cabo de Gata.

Fue precisamente el verano pasado cuando, de ruta por el País Vasco, acabó durmiendo bajo el pórtico de una iglesia. "LLovía mucho y no podíamos seguir avanzando. Y como no había camping decidimos protegernos y montar la tienda en la entrada de una iglesia, parecida a San Lorenzo", nos cuenta. Luego el calor le llevó a salirse con el saco a la intemperie, "y por la mañana, al despertar, descubría que había pasado la noche junto a la puerta de un cementerio".

Entre osos

Aristóteles Moreno no olvidará las noches vividas bajo el cielo estrellado de Asturias durante una serie de rutas organizadas por el club Llega como puedas para avistar osos pardos. "Una de las experiencias más excitantes", reconoce Moreno rememorando aquellas noches "en las que sientes cierta inquietud pensando que en la oscuridad de la noche puede aparecer por allí un oso".

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¿Se descansa bien?

"Yo descanso. Mi cuerpo ya está hecho a cualquier cosa", asegura José Juan Luque. Nuestro cicloviajero nos cuenta, además, que prefiere dormir fuera de la tienda, solo con el saco, "aunque la primera noche tienes el cosquilleo de decir que estoy aquí solo, luego le coges el gustillo". Lo que más impresiona, reconoce, es el ruido: "En mitad del campo cualquier ruido se magnifica, y ya no sabes si es un grillo, un perro o la Guardia Civil".

Aristóteles Moreno, por su parte, no duda en reconocer que "con el paso de los años dormir en el suelo me cuesta más trabajo, aunque es una experiencia maravillosa".

Montañero y cicloviajero tienen un sueño común: pasar una noche al raso en la cumbre de una montaña. Aunque ambos saben que, "aunque sea verano, a más de 2.000 de altitud, hará mucho frio". Pero no parece importarles. Disfrutar de un maravilloso cielo estrellado les parece una gran recompensa.