El relato chino

Córdoba

Si no estás conforme con el teletrabajo, la compra online o que te controlen dónde estás, con quién vas o tu temperatura, es que quieres volver a la Edad de Piedra. Siempre me ha sorprendido que estos modernos de la tribu digital no me den otras opciones: volver a la Génova de los viajeros, al París de la "belle epoque", a la Córdoba califal o viajar con Ulises por el Mediterráneo. La retórica de la cultura digital parece que carece de otros referentes históricos o cronológicos que no sean la socorrida Edad de Piedra.

Me resisto a pensar que la emergencia que vivimos nos lleve a aceptar como normal lo que debería ser excepcional. Acepto que mi hijo se transforme, provisionalmente, en un "conviviente"; acepto que mi cultura de besar, tocar y abrazar desaparezca momentáneamente por mor del necesario "distanciamiento social"; acepto que una aplicación digital "rastree" mi temperatura, mis movimientos, mis contactos, mi productividad y mi estado de ánimo mientras dure la pandemia; acepto que mis ojos y mis oídos sean durante un tiempo digitales (mi madre no lo acepta tanto); acepto que las fronteras se cierren durante el tiempo necesario (aunque me parece un error producto de la ignorancia histórica); acepto el aislamiento, aunque solo anomalía temporal.

¡Ya está! El resto del cuento chino, que establece como normal el control de fronteras, la vigilancia digital de la población, la merma de derechos y la sospecha sobre la cultura de los sentidos, ¡no!