San Ignacio

Pamplona

"En tiempos de desolación, nunca hacer mudanza", dice San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales. María Chivite asume la regla jesuítica e insiste en que no tiene intención de echar consejeros o directores generales para ahorrar para lo que puede venir en la caja pública con el parón económico provocado por la crisis del Covid-19. Es la bandera a la que se agarra el jefe de la oposición, Javier Esparza.

Aunque aquí en la SER ya contamos en septiembre que si tiene parangón. Y muy cercano a Javier Esparza, la del gobierno de coalición entre UPN y CDN entre 2007 y 2010, que tenía una cartera menos pero más miembros en sus estructuras y mayor sueldo, por lo que costaba 1,5 millones más que la de Chivite. Medida estética, la de rebaja de sueldos gubernamentales o de carteras, pero poco efectiva en cuanto a caja.

Porque los 6 millones de gasto en el gobierno son el 0,5 por ciento del gasto en personal de la administración y poco llega para suplir los 800 de caída de recaudación y sin saber aún cuánto costarán las medidas de reactivación. Y la pregunta, si seguimos diciendo que quien es designado para un alto cargo está ahí porque es amigo de alguien y cobra mucho, ¿quién se atreverá a presentarse a ello? ¿Queremos que nos dirijan los mejores o solo son los mejores cuando son los que nos gustan?