Socialismo y nacionalismo en Canarias

Canarias

“¿Qué es el nacionalismo? La defensa del territorio. Luego está el planteamiento ideológico de fondo, más orientado a la izquierda o a la derecha, y esto crea distintos modelos y maneras de entender hasta el nacionalismo mismo. Y se lo dice alguien que no es en absoluto nacionalista. De hecho, creo que ser socialista y nacionalista es incompatible”. José Miguel Rodríguez Fraga, autor de estas palabras, fue profesor de Filosofía antes que alcalde de Adeje. En una amplia entrevista publicada este domingo en La Provincia y El Día realiza una reflexión sobre su concepción del socialismo y del nacionalismo francamente interesante para abrir un debate de alcance sobre “la defensa del territorio canario”, desde una u otra concepción ideológica. Máxime en estos momentos en que la magnitud del reto, por el efecto de la pandemia sobre la economía canaria, es de aúpa. Un desafío histórico que requeriría una respuesta también histórica, es decir distinta a la que se ha dado hasta ahora a los problemas de Canarias.

Rodríguez Fraga opina que el nacionalismo canario es “más utilitario que ideológico” y ve “cierto oportunismo” en su forma de actuar: “Si necesitan mi voto, yo lo vendo”. Claro que para que alguien venda hace falta que alguien compre, y ambas partes lo hacen con las mismas reglas del juego: “Si necesito tu voto, yo lo compro”. De ahí el polémico acuerdo con Bildu, por ejemplo. La perversión por tanto es mutua y no una seña de identidad de los nacionalismos. Los primeros que han recurrido a ella son los partidos estatalistas, ya sea PP o PSOE cuando han necesitado a los nacionalistas catalanes, vascos o canarios para gobernar.

Aunque el PSOE es, para el histórico socialista, algo más que un partido de Estado: “Somos un partido de mundo, por nuestra vocación universal”. Y se explica: “El socialista es humanista: el ser humano como valor en sí mismo, no por su vinculación a un territorio. Lo otro, mi tribu, es lo fácil”. En este análisis difiere de la pléyade de historiadores que han documentado cuánto condiciona la geografía el destino de los pueblos. También de un referente socialista como François Mitterrand, que consideraba que la historia va siempre detrás de la geografía. Y el lugar que Canarias ocupa en el mapa es el que es: una región más allá de la periferia de España y de Europa. Lejos, demasiado lejos, del centro en que se toman las decisiones. El ejemplo quizá más apropiado para los tiempos que corren, tras el cero turístico, es su altísima dependencia de la conectividad aérea; y la insistente negativa de AENA a que Canarias participe en su consejo de administración, para poder defender que el Archipiélago está ubicado en un espacio aéreo distinto al resto del territorio nacional. Y requiere, por tanto, una política aeroportuaria diferenciada.

Pese a todo ello, Rodríguez Fraga confía, como el conjunto del PSOE canario, en la receptividad del actual Gobierno de Pedro Sánchez para atender las necesidades de las Islas: “Nunca había visto este nivel de sensibilidad. Creo que se va a traducir en hechos”. Y añade: “El PSOE también tiene voz canaria, pero no se oye en el Parlamento sino en otros foros”. Dónde se expresen los socialistas canarios, si en el Congreso como los diputados de Coalición Canaria y Nueva Canarias o a puerta cerrada en las reuniones de grupo parlamentario o de partido, es en realidad lo de menos. Lo de más la contundencia, y sobre todo la efectividad, con que lo hagan. Habrá que ver por tanto los resultados, ya cuantificados, para saber si esa sensibilidad es real o responde a declaraciones de oportunidad política o incluso de buena voluntad. Si no que le pregunten a Jerónimo Saavedra, que perdió precisamente la Presidencia del Gobierno de Canarias por las resistencias a atender sus peticiones por parte de sus compañeros de partido al frente de sus ministerios.

Desde estas reflexiones, la pregunta clave que cabría hacer es cuánto ‘nacionalismo’, entendido como la defensa del territorio, hay en el Partido Socialista canario, en Unidas Podemos canaria, en el Partido Popular canario o en C’s canario. Y cuánta capacidad de presión, o de convicción, pueden tener en cada momento cada uno de estos partidos estatales para defender los intereses de las Islas en el difícil equilibrio de intereses territoriales confrontados. En las batallas por la financiación que se ven obligadas a dar las comunidades autónomas. Y que unas ganan y otras pierden. País Vasco o Canarias, sin ir más lejos.

Sería bueno saber, en fin, si la defensa de cada canario como valor en sí mismo es compatible con la defensa del territorio donde nace, vive y muere. Y eso no es nada fácil.