Sacramento Roca, en vida
El recuerdo no devuelve a los fallecidos, pero es el mínimo confort que pueden permitirse los supervivientes

"La línea roja" de Matías Vallés (09/06/20)
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Palma
O la vida o nada, pero la asesinada Sacramento Roca dejó una huella que probablemente ha salvado con posterioridad a otras mujeres de Balears.
Sacramento o Sacri no tuvo esa fortuna, aunque aquella tarde de viernes de dos años atrás se grabó en la memoria como uno de esos momentos en que es inevitable avergonzarse de la condición de varón humano.
La fiscal lo explicó ayer en el juicio con palabras tan claras como sencillas.
El asesino de Sacramento no era un mero agresor, solo se conformaría con matarla.
Y tras culminar el asesinato, se quedó tan tranquilo.
No hace falta adentrarse por las veredas del Derecho Penal, ni siquiera enumerar los fallos en la tramitación de las denuncias, una vez que fueron corregidos por la propia Policía y que seguramente han evitado otras agresiones.
Conviene detenerse en la funcionaria judicial que se dio cuenta del peligro y aceleró los trámites, aunque ya nada podía detener al asesino que quería quedarse tranquilo.
Al matar a una persona, destrozó a otras muchas, incluidos sus propios familiares.
Al matar a una persona, quiso matar a la libertad entera, y hay que evitar al menos este segundo asesinato.
El recuerdo no devuelve a los fallecidos, pero es el mínimo confort que pueden permitirse los supervivientes.
Por eso hoy solo podemos recordar a Sacramento, y es tan poco.




