El Teatro Cervantes
El coliseo segoviano fue el gran cine de Segovia hasta los años ochenta del pasado siglo y espera desde entonces una restauración que no termina de llegar
Hoy hablamos del eterno proyecto de la infraestructura cultural de Segovia, el Teatro Cervantes. Ubicado en plena Calle Real, son muchas las generaciones de segovianos que no han conocido de él más allá de su fachada. Los mayores de cuarenta años de Segovia si recordarán vagamente sus últimas visitas a un cine que cuando cerró sus puertas en 1984, dejó huérfano de pantalla grande a la ciudad hasta la apertura años más tarde del Cine Miró, antiguo Victoria.
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Un edificio que fue iniciativa del Círculo Mercantil e Industrial de Segovia, que había trasladado su sede a la Casa de los Picos en 1920, y que en 1923 inauguró una moderna instalación para la época en el patio la noble vivienda. El edificio responde a la tipología de teatro clásico a la italiana y como principal característica era un patio de butacas rectangular que le hacía singular.
Cuando los prohombres de la Segovia del momento proyectaron el teatro seguro que no imaginarían que el Cervantes se convertiría en el gran cine de Segovia donde se proyectarían las grandes películas del momento. Fueron históricas las filas para sacar entrada para ver “ET el extraterrestre”, todo un fenómeno del momento, pero los más veteranos hablan de locura con “Lo que el viento se llevó”. Los nacidos en los años setenta del Siglo XX vimos en su pantalla las primeras de la saga de “La Guerra de la Galaxias”, ahora “Star Wars”. Mi primer recuerdo del cine Cervantes fue con “Superman” en el gallinero, con asiento corrido de madera y de la mano de mi hermano mayor.
Era un cine enorme, o al menos a los ojos de un niño así se percibía. Con unas interminables escaleras en la entrada, que hoy no superarían ningún protocolo de accesibilidad. Con su ambigú, al que se invitaba a visitar en el rótulo que se proyectaba en la pantalla antes de la película. Contaba con una cartelera en la fachada de la calle del mismo nombre del cine donde se anunciaban las películas tratando de animar a los paseantes de la Calle Real.
Hace más de 35 años que cerró sus puertas, y desde entonces no dejado de ser un proyecto pendiente para la ciudad, que como casi todo lo que toca la política y sus batallas de partido, derivadas convenientemente a las instituciones que gobiernan según el color, han impedido volver a reabrir al público.
Lo intentó durante su mandato como alcalde Pedro Arahuetes con el proyecto del estudio de los arquitectos Óscar Tusquets y Carlos Díaz, de Barcelona. Empezaron las obras de rehabilitación, pero unas cerchas, palabra que desde entonces están en el vocabulario habitual de los segovianos, que superaban por lo visto la altura permitida pararon la obra. Un éxito para “talibanes” urbanísticos que frustró la rehabilitación ya en marcha. Pueden estar orgullosos de su victoria, evitaron romper por un par metros el “sky line” de la ciudad, a cambio de contar con un solar en ruinas en pleno centro Segovia y sin uso alguno. También tuvo su polémica la pérdida de los frescos del techo, obra de Lope Tablada Maeso, y que se pueden apreciar en la imagen de Juan Martín "Chas" antes del derribo.
Ahora estamos en el segundo intento tras anunciarlo en 2018 el mismísimo ministro de Fomento del entonces gobierno de Mariano Rajoy, Íñigo de la Serna. El anuncio lo hizo tras una visita a las obras de la SG-20 y con olor a urnas electorales de fondo. Esperemos que en esta ocasión sea el definitivo. De momento andamos con proyectos y permisos, pero sin obreros por la zona. Solo falta que la crisis del coronavirus también le perjudique.
Yo prefiero quedarme con la historia sucedida entre las paredes del Teatro Cervantes. En su cabina de proyección un niño creció viendo películas, igual que sucedía en el clásico “Cinema Paradiso”. De la misma forma que en la deliciosa película italiana, esa criatura creció, y años más tarde regresó a Segovia con un Premio Goya debajo del brazo. Hablo de David Pinillos, el director de cine segoviano, que recuerda como su primera conexión con el mundo del celuloide, en el que actualmente habita con éxito, fue en el Teatro Cervantes. A ver si más pronto que tarde podemos volver a su sala para uso y disfrute de la ciudad, que de momento se tiene que conformar con su memoria.
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